“La moda es un acto político porque nuestras camisetas cuentan una historia”, dice Ángela Herrera. Junto a Sara Arias, dirige Manifiesta, una empresa textil que da trabajo a excombatientes de las FARC y a familiares de víctimas de la guerrilla.
Ruth es una de ellas. Durante los años que pasó en la selva le gustaba contemplar las flores silvestres, la atraían por su colorido. Cuando podía, con los medios rudimentarios de que disponía, le daba un toque personal a su uniforme de guerrillera. “Ponía parchecitos con flecos, le hacía bolsillos pequeñitos, le metía cremallera”, recuerda. Ruth empezó a portar un fusil a los 15 años; entonces Colombia no le ofrecía otra perspectiva.
Con la dejación de armas se le presenta una nueva oportunidad. Junto con otras mujeres en su misma situación cofunda la cooperativa “Tejiendo paz” en Icononzo, municipio situado al suroeste de Bogotá. Cuando conoce el proyecto de las jóvenes emprendedoras de la capital comienza una nueva etapa de lucha: por la paz.