"Un paraíso" en la Berlinale
8 de febrero de 2014 El segundo cortometraje de Jayisha Patel (Londres, 1987) aborda el drama de una familia que lamenta el suicidio de su hijo de 12 años de edad. La cinta presentada en la sección Berlinale Shorts, compite con 25 propuestas de 21 países por el Oso de Oro al mejor cortometraje y el Oso de Plata del jurado. Jayisha Patel, cuyos padres son originarios de la India, estudió inicialmente Economía en Londres y después de viajar y convivir con los guaraníes en Ecuador, decidió estudiar cine. Patel cursa el último año en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) en San Antonio de los Baños, Cuba.
¿Qué le parece el nivel académico de la escuela de San Antonio de los Baños?
Es muy bueno. Es un sitio muy intenso. Estamos en un paisaje rural, a una hora de distancia de La Habana, y encerrados con 120 personas provenientes de todo el mundo. Es una experiencia un poco Big Brother.
Es una escuela que tiene mucho renombre internacional. ¿Por ello el interés por estudiar ahí?
Me interesó la oportunidad de estudiar con personas de distintos países. Es una experiencia muy rica. Es un intercambio que se da hasta tomando un café. Los alumnos cuentan sobre la situación política en sus países, sobre su forma de vida y de pensar. Eso hace la colaboración entre todos nosotros algo muy especial. Hemos tenido maestros de renombre, como Joe Bini, que es el editor de Werner Herzog, o Claude Baiblè. Tenemos muchos profesores que vienen de distintos países y nos dan cátedra durante dos semanas.
El cortometraje fue rodado en la localidad de Granma, nombre de la embarcación con la que Fidel Castro y Ernesto Che Guevara llegaron a Cuba. ¿En dónde queda ese lugar?
Se encuentra en las montañas de la Sierra Maestra, que son como 18 horas en guagua (autobús) desde La Habana. Está más cerca de Santiago de Cuba, o sea, más al oriente de la isla.
Esa comunidad vive una situación muy peculiar, hay una especie de depresión y muchos casos de suicidio…
Esa es una cuestión compleja, hay muchos casos de suicidio. Pero lo que más me llamó la atención cuando llegué ahí fue encontrar una comunidad con tanto tiempo libre en sus manos. Nunca había visto algo así. Yo me preguntaba qué hacía esa gente con su tiempo. Hasta cierto punto pienso que la causa del suicidio es una falta una estimulación, no estoy segura de que sea depresión o problemas económicos. Creo que la raíz del problema viene más de la falta de estímulos, de motivación, en combinación con mucho tiempo libre.
Es muy raro que la gente se suicide en países en donde hay sol en abundancia. Además, se habla de niños que se prenden fuego. ¿Son casos reales?
Sí, uno pensaría que eso es más típico del norte de Europa. Es increíble porque después de esa película muchas personas me han venido a decir que conocen a alguien muy cercano que se ha quitado la vida. Creo que eso sigue siendo un tema tabú en todo el mundo. No hablamos de eso, pero de hecho pasa mucho más de lo que creemos. Obviamente en esa comunidad es muy particular porque también los niños se suicidan. Pero creo que es un fenómeno muy contagioso que puede suceder en cualquier parte del mundo.
¿Cómo se ha contagiado en esa comunidad?
Esa comunidad en particular tiene una trayectoria de suicidio en los adultos que poco a poco se ha filtrado hasta llegar a la niñez. Me llamó mucho la atención la naturalidad con la que, tanto los niños como los adultos, hablan sobre de la muerte. No creo que sea un problema específico lo que causa el suicidio sino es como una solución ante cualquier problema que tienen. Es algo cotidiano en esta comunidad. Es una opción para solucionar sus problemas, que pueden ser cualquier cosa.
¿Es fácil abordar ese tipo de temas en Cuba?
En cualquier parte del mundo sería difícil. Es un tema tabú, entonces fue muy difícil. Para mí, además de la cuestión logística, fue muy duro emocionalmente. Nunca había abordado un tema así. Sentía un vínculo humano con esas personas pero a la hora de filmar tenía que encontrar una distancia, que no siempre es fácil. Ese fue para mí el reto más difícil, el aspecto emocional, más allá de las dificultades relacionados a la producción.
¿Cuál es la actitud de la población cubana en esas comunidades tan apartadas? ¿Se siente identificada con sus gobernantes, se atreven a expresar críticas?
Es una comunidad rural. Mis padres también vienen de una comunidad rural en la India, y me parece que hay muchas similitudes. Hacia la gente de afuera son abiertos hasta cierto punto, pero las cuestiones más íntimas no las hablan con cualquiera. Toma mucho tiempo lograr esa confianza. Por lo demás Granma, ahí en las montañas, es la cuna de la Revolución Cubana. Ese pueblo luchó por ese ideal hace mucho tiempo. De hecho, desde la batalla por la independencia contra España siempre había ese principio de “patria o muerte”, de estar preparado para morir por el país.
¿No hubo dificultades para filmar? ¿Tuvo usted total libertad o hay ciertas regulaciones por parte del gobierno?
Hay regulaciones, pero a mí me interesa el lado humano. No estoy hablando directamente de la política. No podía entender cómo una comunidad o los padres de familia podían tolerar el suicidio de un niño. Me interesó explorar la condición humana.