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Un pontificado difícil: el papa Francisco cumple 85 años

16 de diciembre de 2021

Francisco es un Papa que quiere cambiar su Iglesia más de lo que se puede cambiar. Pero ya se le está acabado el tiempo, opina Christoph Strack.

Vatikan I Papst Franziskus
Imagen: Guglielmo Mangiapane/REUTERS

Hace tiempo que llegó a una edad que la mayoría de los papas nunca alcanzaron. El papa Francisco, al frente de la Iglesia católica desde marzo de 2013, cumple este viernes (17.12.2021) 85 años. Y, sin embargo, sigue haciendo planes para emprender un camino de reforma y renovación interna de la Iglesia que llevará años y, probablemente, décadas.

El tema que ensombrece este pontificado sigue siendo el tratamiento del escándalo mundial de la violencia sexual contra menores por parte de clérigos. Esto va acompañado de una pérdida de credibilidad en una institución que se basa en la fe y la confianza. Desde el principio, Francisco pidió una aclaración implacable y prometió "tolerancia cero". Pero no pocas veces sus palabras son más grandes que los hechos que las siguen. Esto forma parte de un sistema en el que el Papa, como único número uno, puede ser fiscal y juez y, al mismo tiempo, controlador, modelo, superior, persona de confianza. Y, probablemente, también un administrador de insolvencia espiritual.

Ocasionalmente subversivo

De hecho, Francisco siempre ha denunciado el clericalismo, la arrogancia patriarcal y la usurpación del poder. Sus acciones parecen, a veces, la caricatura de una Iglesia en declive. Un Papa es, si la Iglesia tiene suerte, una figura profética. Pero este Papa podría ser mucho más que una figura profética. Demasiados discursos de Francisco hacen pensar: "¡ahora sí actúa!". Uno entonces percibe su buena intención. Pero eso no es suficiente. Es demasiado poco.

Christoph Strack, periodista de DW.Imagen: DW

Francisco está a la cabeza, pero también enmedio de un aparato sumergido en la crisis. Esto se aplica incluso hasta a la ronda de cardenales que, en algún momento, elegirán a su sucesor. Una mirada a los tres cardenales alemanes entre los 120 actuales dice mucho: uno, el cardenal Marx (68 años) de Múnich, ofreció sorprendentemente su renuncia al Papa en mayo y, desde entonces, perdió influencia. El otro, el cardenal Woelki (65 años), es tan controvertido en su archidiócesis de Colonia, que los católicos huyen en masa y el Papa le ha ordenado que se tome un tiempo de reflexión. Y el tercero, el cardenal Müller (73), se pierde en la confusión conspirativa al estilo estadounidense, en el populismo e incluso en el odio al Papa. En un determinado entorno, ciertos miembros del clero se alegran de poder volver a hablar de manera feudal sobre el sistema y de menospreciar cuestiones relativas a derechos fundamentales.

Por supuesto, Francisco suena diferente, casi contrario y ocasionalmente subversivo en sus declaraciones. Prácticamente anima a los católicos a avanzar en la base. Y, al mismo tiempo, puede recordarnos siempre que la Iglesia no es una democracia.

Francisco, el pastor del mundo

Francisco tiene sus momentos más fuertes en la atención directa que dispensa a las personas, especialmente a los marginados. Intenta darles un rostro y devolverles su dignidad: los inmigrantes, los refugiados, los sin techo, los marginados, los discapacitados físicos o mentales. Nadie parece ser indiferente a este hombre que deplora una y otra vez la "globalización de la indiferencia".

Esta actitud es más que una protesta contra falsos estándares. Francisco representa una imagen diferente de la Iglesia. Una de las imágenes casi icónicas de este Papa sigue siendo su súplica contra la pandemia mundial del coronavirus. Francisco, en marzo de 2020, en la desierta Plaza de San Pedro: esa fue la lucha del orante con su Dios, la imagen de Job en su necesidad y soledad. Francisco, el pastor del mundo. 

Todo esto no puede ocultar el hecho de que a este Papa se le está acabando el tiempo. Su predecesor Benedicto, que ahora tiene 94 años, se retiró a los 85. ¿Y Francisco? En el verano de 2021, tuvo que someterse repentinamente a una operación. Solo semanas después mencionó la seriedad que tuvo esta intervención para él. El argentino incluso lo comentó en su típico estilo que mezcla lo serio con lo alegre. Francisco representa un pontificado grandioso, difícil, extraño, en una Iglesia estructuralmente fallida.

(gg/ms)

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