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Un refugio llamado América Latina

Evan Romero-Castillo (EL)7 de septiembre de 2015

¿Están los países latinoamericanos en capacidad de abrirle sus puertas a decenas de miles de personas desplazadas por la violencia prevalente en el Cercano Oriente? Deutsche Welle habló al respecto con dos especialistas.

Imagen: Getty Images/AFP/A. Messinis

La Unión Europea no es la única instancia criticada por sus acciones y omisiones de cara a los refugiados afganos, iraquíes, libios y sirios que intentan llegar al territorio comunitario, huyendo de los conflictos armados que afligen a sus países. También sus aliados americanos están siendo objeto de duros reproches. Muchos acusan a Estados Unidos de ignorar las obligaciones morales que adquirió después de haber desestabilizado el Medio Oriente y el Magreb con sus intervenciones militares. Y, tras la publicación de las dramáticas fotografías de Aylan Kurdi, crece la presión sobre el Gobierno canadiense para que acoja a miles de sirios a corto plazo.

Pero, ¿qué hay de los Estados al sur del Río Bravo? ¿Están ellos en capacidad de abrirle sus puertas a decenas de miles de personas desplazadas por la violencia prevalente en sus países de origen? “Cuando existe la voluntad política para ello, siempre se encuentran posibilidades para hacerlo”, comenta Luicy Pedroza, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), trayendo a colación el caso de México en los años treinta y cuarenta del siglo pasado. “En aquella época, el Estado mexicano atravesaba una situación muy difícil también y aun así invirtió recursos considerables para recibir a muchos refugiados españoles”.

Programas de asilo

Está por verse cómo reacciona el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, a la petición informal –lanzada desde la plataforma digital Change.org– de que le conceda asilo a 10.000 sirios. “Se está intensificando la presión ejercida por la sociedad civil sobre el Gobierno con miras a que México abra canales regulares para la inmigración de refugiados. En esta materia, no son pocos los que piensan que Brasil está opacando a México y empañando su tradición como país receptor de inmigrantes desesperados”, dice Pedroza. Hasta ahora, aparte de Brasil, sólo Argentina y Uruguay han concebido programas concretos para acoger a desplazados sirios.

Por sí sola, la guerra civil en Siria ha obligado a cuatro millones de personas a abandonar el país; y esa cifra no ha sido actualizada desde junio. De ese contingente, dos millones han buscado socorro en Turquía. Brasil le ofreció visas humanitarias a 1.700 y otro tipo de documentos a 4.000. Argentina recibió a un centenar y le prometió asilo a cincuenta familias. Uruguay le brindó amparo a cinco familias –integradas por 42 personas– y recibirá a otras siete de aquí a finales de año. Chile está evaluando la posibilidad de acoger a entre cincuenta y cien familias, según su ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz.

Los límites de la solidaridad

“Los países latinoamericanos no pueden absorber al mismo número de refugiados que ha recibido Alemania; entre otras razones, porque el crecimiento económico ligado al boom en el mercado de las materias primas llegó a su fin”, señala Barbara Fritz, profesora de Economía Latinoamericana en la Universidad Libre de Berlín. “Y yo no puedo imaginar que, aparte de los intelectuales y de ciertas minorías locales, las sociedades latinoamericanas vayan a pedirle a sus Gobiernos que acojan a masas de refugiados provenientes del Cercano Oriente”, acota la experta, dejando en el aire la noción de que la solidaridad tiene sus límites.

“Yo me pregunto, además, ¿cuántos de los refugiados tienen relaciones activas con sus parientes al otro lado del Atlántico o con los descendientes de quienes emigraron a América Latina? En situaciones de crisis como las actuales, esas son las redes más importantes; pero esas redes se debilitan con el tiempo. Y los flujos migratorios que unen a América Latina con el Cercano Oriente datan del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX”, sostiene Fritz. Pedroza ofrece una perspectiva más esperanzadora, poniendo como ejemplo a los mexicano-libaneses. “Ellos son bien percibidos y están muy bien articulados”, asegura la especialista.

“La comunidad libanesa de México está exigiéndole al Gobierno que asuma compromisos en el marco de la crisis siria, argumentando que el Líbano, pese a todas sus limitaciones, está acogiendo a una cantidad de refugiados que no tiene paralelo en el mundo. Sólo Turquía recibe a más refugiados sirios que el Líbano. El mensaje dirigido a México es que su obligación de ayudar no es menor por estar geográficamente lejos del conflicto sirio”, explica Pedroza. En Chile, fueron dirigentes de la comunidad siria –políticos activos incluidos– quienes se acercaron a la Cancillería para activar un programa de recepción de refugiados sirios.

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