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Este ecosistema no solo protege al archipiélago de las grandes olas al reducir su impacto, sino que además atrae a los turistas amantes del submarinismo. Precisamente el turismo es parte del problema por la creciente cantidad de basura que termina en el mar y la sobreexplotación pesquera. La responsabilidad para terminar con la destrucción del arrecife de coral está ahora más que nunca en manos de hoteleros y pescadores.