Relajado y cruzado de brazos, en un auto en la pista de carreras. Un fabricante alemán de automóviles muestra de lo que son capaces los pilotos automáticos.
Publicidad
Los asistentes de estacionamiento, los sistemas que ayudan a mantenerse en el carril y muchas otras innovaciones electrónicas están a la orden del día. Pero un Audi RS 7 se propone demostrar en las pistas de carrera de Castelloli, cerca de Barcelona, que el control el piloto automático puede asumir el control en condiciones extremas.
Markus Hofmann, piloto de carreras, trabaja en el departamento de desarrollo técnico de Audi. Nos subimos con él a un auto, que solo conduce personalmente los primeros metros, hacia la pista. Allí se detiene y apaga el motor. Mueve una perilla para poner en funcionamiento el piloto automático y el resto lo hace el auto.
Hay muchas cosas que probar en este vehículo-robot: sensores láser, un GPS de alta precisión, sensores de radar y ultrasonido, cinco cámaras adicionales, aparte de todos los componentes electrónicos instalados de por sí en este modelo. Una computadora de alto rendimiento va instalada bajo el asiento trasero. Elabora todos los datos y también tiene almacenadas las más diversas informaciones sobre el trayecto.
Markus Hofmann sostiene una palanca gris con un botón en la parte superior: “Mientras lo mantenga presionado, el sistema sabe que todo está en orden y puede continuar”, explica.
Siempre perfecto
Partimos, con un empuje de 560 caballos de fuerza. Se aproxima la primera curva, y Markus sigue tan relajado como si estuviera en el sofá de su casa. “Robby”, el auto, frena y toma limpiamente la curva hacia la derecha, acelera para subir una pendiente, y luego sigue la curva hacia la izquierda. 140, 160, 180, 200 kilómetros por hora, y a uno se le congela el aliento. Otra curva, que la computadora supera a la perfección.
Todo marcha perfectamente. Como en cada prueba; como siempre. Es lo que corresponde, aseguran sus desarrolladores, porque este sistema no se distrae, no conoce la osadía y sus sensores nunca se cansan. Ya ha recorrido estas pistas también con mucha neblina, en condiciones en que un piloto de carne y hueso no correría. Los tiempos que marca “Robby” varían en cuestión de segundos, pero solo debido a diferentes temperaturas de los neumáticos o influencias meteorológicas.
Mucho que aprender
Audi, Daimler, Toyota y una serie de empresas ya han enviado autos-robots a recorrer miles de kilómetros en Estados Unidos. La flota robótica de Google ya tiene millones de kilómetros recorridos, sin que ninguno de los vehículos haya causado jamás daños de consideración.
Pero todos sienten respeto por el tráfico de la ciudad. Hay gente que atraviesa las calles, que no respeta las reglas o que intenta ser amable y ceder el paso. Eso es algo que los robots aún tienen que aprender. Y los ingenieros deben enseñarles también qué hacer cuando un accidente resulta inevitable.
Dominar una pista de carreras es relativamente fácil, en comparación con el verdadero tráfico urbano. “Todavía nos queda mucho por aprender en cuanto a reconocer situaciones y las intenciones de otras personas en la calle”, dice Miklos Kis, desarrollador de Audi. Mientras tanto, una buena estrategia es conducir a la defensiva.
Autos sin conductor
Técnicamente es posible construir coches autónomos. Pero su uso es controvertido. Muchos se preguntan quién ha de asumir la responsabilidad, si se produce un accidente.
Imagen: picture-alliance/dpa
¿Llega la era del auto robot?
Google está trabajando en un auto eléctrico pequeño de conducción autónoma, según confirmó el jefe del proyecto, Chris Urmson, en un blog. En un comienzo, el coche ha de tener todavía un volante y un acelerador. Pero posteriormente se podrá renunciar a esos elementos.
Imagen: Getty Images
¿Apto para el tránsito?
Google viene probando vehículos autónomos desde hace tiempo en California. Pero siempre ha ido a bordo un conductor. Este interviene de ser necesario, por ejemplo si el auto no hace lo que debe. Y, lo principal: ante la ley, el conductor es responsable de lo que haga el auto.
Imagen: picture alliance/AP Photo
Nada para impacientes
En el fondo, los coches autónomos son seguros. Están programados de modo tal que, en caso de duda, reducen la velocidad. Mantienen siempre la distancia con respecto al auto que va adelante, y nunca ponen en peligro a otros vehículos o transeúntes con maniobras agresivas.
Imagen: imago/Jochen Tack
Seguidor fiel
Estos coches autónomos de la Universidad del Ejército, de Múnich, lo demuestran: un vehículo avanza con tranquilidad y el otro lo sigue fielmente. Encuentran siempre el camino, aunque no conozcan el lugar. Así quedó de manifiesto en un ejercicio realizado en el concurso de robótica ELROB, en 2012.
Imagen: DW
Choques evitables
Las colisiones masivas se producen cuando la gente conduce a exceso de velocidad, tiene mala visibilidad o no mantiene una distancia prudente entre los vehículos. Los autos inteligentes no cometerán esos errores. Si muchos de ellos estuvieran interconectados, podrían enviar con kilómetros de anticipación señales a los autos que los siguen, avisándoles si hay un embotellamiento.
Imagen: picture-alliance/dpa
Sensores láser
Los autos robot pueden utilizar diversos tipos de sensores para reconocer lo que los rodea. El auto de Google, por ejemplo, usa un sensor láser. Este gira y sondea su entorno en forma tridimensional.
Imagen: DW/Fabian Schmidt
El mundo real, según el láser
Y así funciona: el vehículo avanza por un terreno irregular. El láser diseña un mapa tridimensional, con el que alimenta al computador. De esta manera se puede incluso asumir la perspectiva de alguien que esté fuera del vehículo.
Imagen: Universität der Bundeswehr/TAS
Sin perder la orientación
Los robots tienen muchos recursos para mantenerse orientados. Por ejemplo, pueden usar medios ópticos, como una cámara USB, o pequeños radares. También se puede determinar la posición de los autos vías satélite, mediante el sistema GPS.
Imagen: DW/Fabian Schmidt
Tecnología alemana
Investigadores de Daimler trabajan también con cámaras ópticas. En 2011 fueron nominados al Premio Alemán del Futuro por la invención de los autos que ven. Esta cámara está montada tras el parabrisas y observa con atención lo que ocurre en la calle.
Imagen: Deutscher Zukunftspreis/Ansgar Pudenz
Puntos y movimientos
La cámara óptica reconoce primero los miles de puntos que conforman una imagen. Con el movimiento de esos puntos, calcula vectores, de diversa longitud. En base a ellos, la computadora de a bordo diseña una compleja imagen del movimiento del tránsito delante del auto y a sus costados.
Imagen: Deutscher Zukunftspreis/Ansgar Pudenz
¿Frenar o esquivar?
Filtrando los vectores que muestran anomalías, la computadora de a bordo puede reconocer peligros. Por ejemplo, un peatón atraviesa desde la derecha y es marcado con color naranja. En el fondo, se aleja otro auto. Su color es verde, ya que no representa peligro. De este modo, el auto puede reaccionar si el conductor se distrae.
Imagen: Deutscher Zukunftspreis/Ansgar Pudenz
¿Quién decide? ¿El hombre o la computadora?
La técnica ya está en condiciones de fabricar autos robots. Pero tanto políticos como juristas se preguntan: ¿quién ha de tener la responsabilidad si un coche autónomo provoca un accidente? ¿El fabricante, el programador del software o el dueño del auto?