Un transporte que ayuda a la integración social
18 de noviembre de 2017Góndolas blancas circulan lentamente por el cielo azul de Medellín, norte de Colombia. Debajo de las cabinas discurren pequeñas callejuelas con casas erigidas sobre la pendiente. Un teleférico une desde 2004 lugares periféricos como Santo Domingo de Savio con el centro de la ciudad. El llamado "metrocable” realiza un camino de casi dos kilómetros. Cada día abre sus puertas antes del amanecer y transporta hasta cinco mil personas por hora hasta casi la medianoche. El billete cuesta 2.500 pesos colombianos, algo menos de 70 céntimos de euro.
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Antes de la inauguración del "metrocable”, se tardaba bastante más de una hora en llegar al centro en taxi o autobús. Entonces, Medellín era conocida como "ciudad asesina”, pues la corrupción, la violencia y el consumo de drogas estaban ampliamente extendidos. Los habitantes de los montes que circundan la ciudad no tenían perspectivas y se veían empujados a la criminalidad. El teleférico vino a darles oportunidades para orientar su vida de otra manera y obtener un empleo. Ahora Medellín se ha convertido en un reclamo turístico y ostenta el título de "Ciudad más innovadora del mundo”, otorgado por el Wall Street Journal en 2013. El éxito del teleférico fue tan grande, que la red aérea se ha ampliado hasta llegar a los 16 kilómetros.
¿Teleférico milagro?
Pero ¿qué papel juega el teleférico en la radical transformación de Medellín? Julio D. Davila es profesor del University College de Londres y ha investigado durante años la relación entre movilidad, pobreza e integración social. "El teleférico de Medellín ha costado 28 millones de dólares. Pero se ha invertido mucho más dinero en mejorar la ciudad: instalación de iluminación y cámaras de vigilancia en las calles para hacer más seguros los lugares públicos, inauguración de zonas peatonales y parques, así como inversión en formación e implantación de un sistema de microcréditos”.
Auge mundial
La transformación de Medellín sirve como inspiración para cada vez más ciudades latinoamericanas y africanas que tienen que vérselas con la criminalidad. Sólidos cables de acero traídos de Austria unirán pronto los rojos tejados de La Paz. Actualmente, la empresa Doppelmayr construye 30 kilómetros de teleférico en la capital boliviana. Los argumentos prácticos convencieron a la municipalidad de llevar a cabo el proyecto. "Según el tamaño, un teleférico puede entrar en funcionamiento después de doce a 24 meses de trabajo de construcción”, dice a DW Ekkehard Assmann, director de comunicación de Doppelmayr. "Por ese motivo, para muchas ciudades latinoamericanas ubicadas en valles, se trata de la solución más práctica”, continúa. Además, la construcción de teleféricos no implica el reasentamiento forzoso de tantas personas como cuando se trata de levantar calles. "Solo se necesita un sitio para subir y otro para bajar”.
Más complejo de lo pensado
El fenómeno ha atraído a muchos alcaldes extranjeros que han visitado Medellín. Muchos han intentado trasladar el proyecto a sus ciudades sin tomar en cuenta que el teleférico de Medellín ha sido un éxito porque era parte de una restructuración social más grande. Hace un año, el Gobierno mexicano construyó uno en Ecatepec, a las puertas de Ciudad de México, con el fin de mejorar la conexión de los habitantes de la periferia montañosa de San Andrés de la Cañada. Modernas cabinas transportan allí cada día hasta cien mil personas.
Laura Solteo es de Ecatepec, pero utiliza poco el teleférico. Para su camino al trabajo, le vienen mejor otros medios de transporte. Pero los taxistas se saltan las normas de tráfico y los autobuses suelen llevar retraso o no llegan nunca. Hay calles rotas, sin aceras, que ponen en peligro tanto a conductores como a transeúntes. "El teleférico es práctico para quienes viven cerca de él, pero no ayuda en nada al resto de habitantes de la ciudad”, dice, por su parte, Rodrigo Flores, ingeniero de Ecatepec. Flores hubiera deseado más inversiones para mejorar e impulsar el transporte público ya existente.
Solo el teleférico no basta
Karen Lucas, profesora de Transporte en la Universidad de Leeds, dice que la puesta en marcha de los teleféricos debe llevar consigo ciertas garantías. "No hay una solución milagrosa para la integración social”, sentencia Lucas. "Los teleféricos tienen tanto éxito en Latinoamérica porque han sacado a muchas personas de su aislamiento. De repente, pudieron tomar parte en la vida de la ciudad e incorporarse al mercado de trabajo. Pero solo cuando los teleféricos vienen acompañados de inversiones en formación, redistribución del sistema impositivo y proyectos de infraestructura más amplios, se pueden reducir la criminalidad y la injusticia social”, asegura.
Y no todos los teleféricos proyectados están pensados para transportar a la población local. En la ciudad nigeriana de Lagos, el teleférico planeado servirá sobre todo a los turistas que quieran acceder a la vacacional isla Victoria. Aunque los habitantes locales puedan también beneficiarse del funicular, las mercancías más grandes tendrán que seguir siendo trasladadas en barco. Los teleféricos ayudan en el transporte de personas, pero no impulsan el comercio. En la ciudad keniana de Mombasa también está prevista la construcción de un teleférico para unir el canal de Likoni. Y es probable que también se beneficien más de él los turistas que los habitantes del lugar.
Autora: Tessa Clara Walther (MS/CT)