Inmerso en denuncias de corrupción, el presidente de la Cámara de Diputados es cortejado por el Gobierno para frenar el proceso de destitución. Analistas advierten de los riesgos de comprometerse con el diputado Cunha.
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Denuncias por soborno, millones de dólares en cuentas secretas en Suiza y el uso de su cargo para intentar obstruir las investigaciones por corrupción en la petrolera estatal Petrobras. La lista de acusaciones que surgieron a lo largo del año en contra del presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, pareciera ser interminable. Sin embargo, su fama de corrupto está siendo convenientemente dejada de lado por los principales actores de la crisis política brasileña: la oposición y la presidenta, Dilma Rousseff, que intentan ganar su apoyo.
Cunha, del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), es clave tanto para forzar la apertura de un proceso de destitución contra Rousseff –lo que desea la oposición– como para archivarlo –lo que pretende el Gobierno. De momento, Cunha se ve amenazado por la inminente apertura de un proceso de revisión, que le podría costar su cargo de presidente de la Cámara de Diputados y su mandato de diputado. Sin este, podría acabar tras las rejas.
Un juez del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil dictó el martes pasado (13.10.2015) una medida cautelar según la cual únicamente el presidente de la Cámara de Diputados puede decidir sobre la apertura de un juicio de destitución contra la jefa de Estado.
Negociaciones con el Gobierno
Al parecer, Cunha estaría negociando con interlocutores de la presidenta brasileña para que el Gobierno interfiera en el Consejo de Ética de la Cámara de Diputados a fin de impedir que pierda su mandato. Fuentes aseguran que quiere que el Gobierno influya en las investigaciones que pesan sobre él, por ejemplo, mediante la destitución del ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo.
Diputados del gobernante Partido de los Trabajadores afirman que Rousseff podría acabar “manchando su biografía” si cediera en ese punto. “Cunha tiene el poder para chantajear al Ejecutivo, y el Ejecutivo se deja chantajear. Si Dilma cede, quedará claro que el único plan del Gobierno es mantenerse en el poder a cualquier precio. El fondo del pozo siempre puede ser más profundo”, dice el sociólogo Rodrigo Prando, de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
Según el analista político Gaspard Estrada, del Observatorio Político de América Latina y del Caribe del Instituto de Ciencias Políticas de París (Sciences Po), tanto la oposición como el Gobierno van a sufrir todavía más desgaste si se empeñan en salvar a Cunha.
“Un momento lamentable para el país”
“Una cosa es distribuir cargos para los aliados de Cunha y guardar silencio sobre las acusaciones, pero es algo mucho más grave actuar de manera proactiva para salvar el cargo de alguien con tantas acusaciones de corrupción. En el caso del Gobierno, hacer un acuerdo tan obvio con Cunha podría finalmente provocar el descontento de la población con el sistema político en general. La oposición ya está resintiendo el desgaste por haberse comprometido con un personaje que cada semana está más sumergido en escándalos”, señala Estrada.
De acuerdo con el sociólogo Rodrigo Prando, “la falta de rumbo del Gobierno y el hecho de que los acontecimientos se centren en una figura como Cunha muestran cuánto se ha debilitado la democracia brasileña. Este es, sin duda, un momento lamentable para el sistema político del país”.
Altos y bajos en la trayectoria política de Dilma Rousseff
Antes de llegar a la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff luchó contra la dictadura y un cáncer, y fue ministra de Lula. La crisis económico-política y un juicio de destitución se convirtieron en su mayor adversario.
Imagen: Roberto Stuckert Filho
Un agitada vida política
Un vistazo a la vida política de Dilma Rousseff, que comenzó ssiendo muy joven. A fines de los años 60 integró organizaciones que combatían la dictadura, hasta ser tomada presa, en enero de 1970, y torturada durante más de 20 días. Cuando salió de prisión, dejó la lucha armada y se mudó a Río Grande do Sul, donde estudió Economía y ayudó a fundar el Partido Democrático de los Trabajadores (PDT).
Imagen: AP/Arquivo Público do Estado de São Paulo
Junto a Lula
Dilma se afilió al Partido de los Trabajadores (PT) en 2001, cuando era secretaria de Minas y Energía de Rio Grande do Sul. Con la elección de Luiz Inacio "Lula" da Silva, en 2002, fue nombrada ministra de Minas y Energía. En 2005, asumió la jefatura de la Casa Civil. Ese cambio marcó el inicio de una reforma ministerial en medio de una crisis política.
Imagen: Ricardo Stuckert/PR
Ministra "de línea dura"
Cuando era ministra y jefa de la Casa Civil, Dilma anunció la creación de un Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), en 2007, que no se desarrolló como se esperaba, y asumió la dirección de iniciativas como el programa “Mi casa, mi vida”. En 2009 presentó un marco regulatorio que define las reglas de la explotación de las reservas de petróleo del presal.
Imagen: A. Nascimento/ABr
Su lucha contra el cáncer
En abril de 2009 se le diagnosticó cáncer linfático. Tras una cirugía y meses de radioterapia, Dilma anunció en septiembre de ese año que estaba curada. Ya era precandidata del PT para suceder a Lula. “Si uno se desarma ante esta dolencia, ella vence. Pero si uno no lo hace, percibe que la vida no acabó, y que incluso puede estar mejor que antes”, dijo a DW sobre su enfermedad.
Imagen: AP
Llegada a la presidencia
En octubre de 2010, Dilma dejó de ser una actriz secundaria en el escenario político para ser la sucesora de la política del expresidente Lula. Ganó en segunda vuelta contra José Serra y pasó a ser la primera presidenta de la historia brasilera. Asumió el cargo el 1º de enero de 2011.
Imagen: AFP/Getty Images/Evaristo Sa
Primer discurso en la ONU
“Por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, una voz femenina inaugura el debate. Es la voz de la democracia y la igualdad amplificándose en esta tribuna”, dijo Dilma en la apertura de la 66ª Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2011. Allí resaltó el papel de la mujer en la sociedad y en la política, lamentó la ausencia palestina y defendió la reforma del Consejo de Seguridad.
Imagen: picture-alliance/dpa
Dimisión de ministros
De los 39 ministros que integraban el equipo de la presidenta electa, ocho dejaron sus cargos en los primeros 14 meses de mandato tras escándalos. Siete de ellos venían del gobierno de Lula. De los ocho que dimitieron, solo Nelson Jobim, entonces ministro de Defensa, no estaba envuelto en denuncias de corrupción.
Imagen: AP
Inclusión social
Durante su primer mandato, Dilma dio continuidad a programas sociales del gobierno de Lula como la Bolsa Familia y Mi casa, Mi vida, y subastó el Campo de Libra, en el presal, destinando recursos a la educación y a la salud. También se crearon nuevos programas, como Pronatec y Más Médicos, este último, objeto de duras críticas por las entidades médicas, que realizaron protestas y huelgas.
Imagen: picture alliance/AE
Corrupción en Petrobras
En marzo de 2014, la Policía Federal de Brasil puso en marcha la Operación Lava Jato para investigar un megalavado de dinero que envuelve a Petrobras, a grandes empresas del país y a decenas de políticos. El escándalo en la petrolera estatal sirvió de combustible a la oposición durante la campaña electoral en ese año.
Imagen: AFP/Getty Images/K. Betancur
Elecciones disputadas
Dilma fue reelecta el 26 de octubre de 2014 con 54,5 millones de votos, en segunda vuelta, en una de las elecciones más disputadas de la historia de Brasil, con una diferencia de apenas 3,5 millones de votos para el segundo, Aécio Neves (PSDB). La campaña estuvo marcada por ataques verbales, escándalos y la muerte de uno de los candidatos, Eduardo Campos (PSB), sustituido por Marina Silva.
Imagen: picture-alliance/dpa/Sebastião Moreira
Crisis económica
Con una victoria apretada, Dilma enfrentó la paralización del crecimiento económico. En su primer mandato, el PIB creció menos de lo esperado, pero para los próximos dos años, la proyección fue aún peor: de retracción. La inflación, que viene creciendo desde 2012, superaría el techo prefijado en 2015, lo que no ocurría desde 2003.
Imagen: E. Sa/AFP/Getty Images
Protestas y reprobación
Las manifestaciones de junio de 2013 apenas afectaron a Dilma. En 2015, por otro lado, centenas de miles de personas salieron a la calle en Brasil para protestar específicamente contra el gobierno de la presidenta y los escándalos de corrupción. La gestión de Dilma Rousseff, que llegó a ser aprobada por el 73% de los brasileros en 2011, vio caer esa cifra a un 8% cuatro años más tarde.
Imagen: Getty Images/AFP/E. Sa
Déficit de presupuesto
En agosto de 2015, enfrentándose con el Congreso, el gobierno presentó una propuesta de presupuesto para 2016 con una previsión de déficit de 30,5 billones de reales, algo inédito. La decisión llevó a que la agencia de clasificación de riesgo Standard & Poor’s rebajara la nota de Brasil. Luego, el gobierno anunció un ajuste fiscal que aún trata de negociar con el Congreso.
Imagen: picture-alliance/epa/F. Bizerra jr.
"Maniobras" fiscales
A comienzos de octubre, el Tribunal de Cuentas de la Unión Brasilera recomendó rechazar las cuentas de 2014. La decisión es usada por la oposición para fundamentar un pedido de proceso de destitución para Rouseff. Dilma anunció el corte de ocho ministerios, la extinción de 30 secretarías en todas las carteras y la reducción de un 10% del salario para los ministros y para sí misma.
Imagen: Reuters/U.Marcelino
Cunha, pieza clave del juego político
El presidente de la Cámara de diputados, Eduardo Cunha, rompió con el gobierno cuando fue investigado por el escándalo de Petrobras. En vez de perder fuerza por las denuncias de corrupción, se mantiene firme en el poder y su actuación es decisiva para abrir un proceso de destitución contra Dilma, lo que desea la oposición.