Una avanzadilla de la caravana de migrantes llega a Tijuana
12 de noviembre de 2018
El grupo, formado mayoritariamente por integrantes de la comunidad gay, se adelantó tras sufrir discriminación y recibir ayuda para hacer el viaje en autobuses. "Ahora a esperar que nos den asilo político", confían.
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Un grupo de unos 75 migrantes centroamericanos de la comunidad LGBTI llegó este domingo (11.11.2018) a la ciudad mexicana de Tijuana, fronteriza con Estados Unidos, con la intención de pedir asilo en el país norteamericano. El grupo formaba parte de la primera de las tres caravanas de migrantes llegadas a México en las últimas semanas, actualmente a unos 2.600 km al sur de Tijuana, y se adelantaron tras sufrir discriminación en la misma marcha y recibir ayuda de las autoridades y de los abogados estadounidenses que van a representarlos.
"Venimos con la caravana, la caravana todavía sigue; lo que pasa es que nosotros lo que queremos evitar es que siempre que llegamos al final (de una etapa del camino) la comunidad LGBT es la última en ser tomada en cuenta, en todo", ha relatado a un grupo de periodistas el hondureño César Mejía. "Violencia física no hubo, pero verbal, bastante, como ya es costumbre en nuestro país", explicó. Desde la central de camiones de Tijuana, Mejía suspiraba: "Ahora a esperar que el Gobierno de Estados Unidos nos dé asilo político".
"Quiero tener un trabajo digno, una vivienda digna y poder vivir libremente", comentó a dpa Mariel Ordoñez, una hondureña del grupo que se encuentra en Tijuana. Cuenta que en su país hay mucha "discriminación por parte de las instituciones del Gobierno". Ordoñez dice que si no logra cruzar a Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha endurecido las medidas migratorias y de solicitud de asilo para migrantes, su "plan b" es quedarse en México y buscar un trabajo.
Estos 85 migrantes (el grupo viene acompañado de otros diez migrantes, que se les unió en su avance), que viajaron en autobuses, son los primeros integrantes de la caravana en alcanzar la frontera con Estados Unidos, y llegaron a la ciudad después de pasar por San Luis Río Colorado (Sonora) y Mexicali (Baja California). Se instalaron en la zona Playas de Tijuana, y en los próximos días piensan pedir asilo en la garita El Chaparral. El hondureño César Mejía admitió que "son los apoderados legales los que pagaron [los autobuses que los transportaron], abogados americanos".
El conjunto más grande de la caravana, unas cuatro o cinco mil personas, descansará hoy en la ciudad de Irapuato, estado de Guanajuato, mientras que otro grupo de migrantes, más adelantado, avanzó hasta Tepic, capital del estado de Nayarit (oeste del país). La reacción de las autoridades estadounidenses ante las solicitudes de asilo de este primer grupo podría servir de ejemplo de lo que les cabrá esperar cuando lleguen a la frontera, previsiblemente en unas semanas.
lgc (dpa/efe)
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¿Por qué huir de Honduras?
Ante la ola de personas que emigran en busca de un futuro mejor, cabe preguntarse el porqué de esa difícil decisión. A continuación, algunas imágenes que narran el contexto en el que viven miles de hondureños.
Imagen: DW/Aitor Saez
Periferia de Tegucigalpa
Según datos oficiales, el año pasado se registraron 588 asesinatos en la capital hondureña. Es decir, que la tasa de homicidios cayó a 85,09 asesinatos por cada 100.000 habitantes. En un año Tegucigalpa pasó del cuarto puesto al 36 de las ciudades más peligrosas del mundo.
Imagen: DW/Aitor Saez
Patrullaje
Una camioneta de la policía patrulla las calles de la colonia 28 de marzo, "La 28", es uno de los diez barrios más peligrosos de Tegucigalpa. El crimen se ha reducido en esta zona gracias a la iniciativa de "Policía Comunitaria", que consiste en realizar actividades recreativas con los vecinos en lugar de hacer uso de la fuerza.
Imagen: DW/Aitor Saez
"Casas locas"
Varios agentes acceden a una "casa loca", nombre con que se conoce a las viviendas que las Maras utilizan para torturar y ejecutar a sus víctimas.
Imagen: DW/Aitor Saez
Lucha contra la corrupción policial
Otra de las claves de la disminución de la violencia fue la depuración de la Policía. Se separó del cuerpo policial a 4.500 agentes sospechosos de estar involucrados con el crimen organizado.
Imagen: DW/Aitor Saez
Persecución a la extorsión
Las maras han transformado sus actividades criminales: del asalto y el secuestro al narcomenudeo y la extorsión. La Policía ha centrado esfuerzos en perseguir este último delito, que considera origen de otras formas de violencia. Algunas ONG, sin embargo, denuncian detenciones arbitrarias.
Imagen: DW/Aitor Saez
"Mara o muerte"
José, exmiembro de la Mara 18, borró de su cuerpo el tatuaje de la pandilla, pero no las secuelas por haber asesinado a ocho personas. Tras el asesinato de su hermano, se metió a la pandilla como única solución para proteger a su familia. Ahora quieren matarlo los familiares de sus víctimas, bandas rivales y su expandilla, castigo que aplican a aquellos que abandonan a “la familia”.
Imagen: DW/Aitor Saez
Refugio de expandilleros
Unos 80 expandilleros se esconden en el Proyecto Victoria, una de las pocas iniciativas de reinserción de ex mareros. Esta iniciativa se ubica en medio de la montaña con el objetivo de evitar que sean localizados por sus "exhermanos".
Imagen: DW/Aitor Saez
Mareros desde niños
Jesús entró a la Mara 18 cuando tenía tan sólo diez años. Todo empezó como un juego con tareas de vigilancia menores hasta que empuñó un arma. “No tengo miedo a la muerte... Si pensara que voy a morir, nunca estaría tranquilo”, asegura sobre la amenaza de salir de la pandilla.
Imagen: DW/Aitor Saez
Víctimas escondidas
A su hijo de 12 años lo violaron y golpearon durante dos años. Era la cruel forma en que la Mara de su barrio reclutaba a las personas. Cuando su madre denunció lo acontecido, la Mara los amenazó de muerte, motivo que los obligó a abandonar su hogar. Ahora la familia vive escondida en un hostal y sin poder abandonar la habitación desde hace seis meses.
Imagen: DW/Aitor Saez
Cuatro disparos
La agente Medrano se incorporó a la Policía con 20 años. En ocho años ha recibido cuatro disparos de bala. En una ocasión, tuvo que esconderse en un contenedor para salvar su vida. Aun así, no teme a las pandillas.
Imagen: DW/Aitor Saez
Los barberos de la Mara
Estos dos jóvenes abrieron su propia peluquería y al poco tiempo fueron obligados por la Mara de su barrio a ser sus barberos. Uno de ellos vivió una balacera con la policía mientras que le cortaba el cabello a un pandillero. Ahora su abuela los acompaña a todas partes como protección. “Si estoy yo, una anciana, no los van a matar”, dice.
Imagen: DW/Aitor Saez
Huir o morir
Los jóvenes rezan antes de emprender su viaje a Estados Unidos. Tuvieron que cerrar su peluquería por temor a los pandilleros. Debido a las amenazas, no pueden salir de su casa ni trabajar en otro lugar. “Quiero trabajar tranquilo, tener libertad y desde allí ayudar a mi familia”, aseguró uno de ellos sobre el motivo de su emigración.
Imagen: DW/Aitor Saez
Las mujeres, con mayor riesgo
Esta mujer llora al recordar las siete ocasiones en que ha tratado de llegar a EE. UU. En una de ellas la deportaron en la misma frontera estadounidense. Trata de huir de los maltratos de su exmarido y de la pandilla a la que este pertenece. En su último viaje se llevó a sus tres hijos pequeños, pero fueron detenidos por las autoridades mexicanas por una alerta migratoria de su propio exmarido.