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¿Una crisis cíclica?

Angeles Nevado25 de diciembre de 2003

Los alemanes despiden el año con un sentimiento de decaimiento. Tienen la sensación de estar pasando por una fase descenso, según se desprende de distintos análisis sobre la situación actual.

Se pone el sol en Alemania.Imagen: Illuscope

Meinhard Miegel, catedrático del Instituto de Estudios Sociales y Económicos de Bonn, indica 'mi generación empezó a trabajar en una situación difícil pero desde el comienzo fue ascendiendo a gran velocidad. La generación que se incorpora actualmente al mundo laboral siente que se sube a uno de esos ascensores antiguos que bajan lenta pero continuamente'. Desde la posguerra el producto interno bruto alemán se ha quintuplicado y los ingresos de la población han subido considerablemente, lo que no obstante ya no es un motivo de satisfacción para la mayoría. Un perceptor de ayuda social tiene la misma capacidad de compra que tenía una familia promedio en los años cincuenta pero ahora no le basta porque las expectativas sociales son mayores.

Para atrás como los cangrejos

Durante la "década del milagro económico", en los años 50, los alemanes trabajaron para reconstruir Alemania que había quedado devastada durante la II Guerra Mundial, creyendo en las posibilidades de un progreso ilimitado. Ahora sólo se preocupan por la paulatina desaparición de un estado de cosas sin que la sensación de crisis los lleve a reaccionar ya que las necesidades fundamentales están satisfechas, afirma Miegel. 'No creo que vaya a haber una reacción en los próximos años porque vivimos en una sociedad saciada. Creo que en los próximos veinte años tendremos una decadencia paulatina y una sensación de modorra'.

No sólo Miegel en su diagnóstico social actual incluye el concepto de decadencia sino también Horst Opaschowski, quien compara incluso algunos aspectos de la situación actual alemana con la que se vivió en épocas de decadencia en la antigüedad romana y griega o a comienzos del renacimiento. Destaca ante todo los fenómenos que se vivieron en Grecia, durante el siglo II antes de Cristo, y en Roma, tras la muerte del emperador Augusto donde los valores comunitarios de la antigüedad fueron reemplazados por un fuerte individualismo.

Esto último, tanto en la antigüedad griega y romana como en la sociedad alemana contemporánea, llevó a un descenso del número de nacimientos. En la antigüedad esto condujo a una reducción de la población de las ciudades que tuvo que ser compensada con la llegada de extranjeros.

En Alemania se prevé también una reducción radical de la población a lo largo del siglo XXI pero, lo que es más grave, una inversión de la pirámide demográfica, que ya es inevitable y que hará imposible financiar el actual sistema de jubilaciones.

Ni pensiones ni formación aseguradas

La idea de que los jubilados serían mantenidos por los aportes a las cajas de jubilaciones de la población económicamente activa, normalmente más numerosa, ha entrado en crisis desde hace tiempo. Miegel expreso que, si esto fuera posible, recomendaría a los jóvenes que no pagarán sus contribuciones a las cajas de pensiones puesto que no pueden esperar nada de ellas en el futuro.

Las discusión sobre la necesidad de las reformas, y los pasos concretos que ha dado el actual Gobierno federal, hace que esa idea de Miegel sea bastante popular y que la frase del último ministro de Trabajo de Helmut Kohl, Norbert Blum, según la cual 'las pensiones están aseguradas', es ahora cosa del pasado. La mayoría de quienes pagan actualmente sus contribuciones a las cajas de pensiones saben que, en el mejor de los casos, recibirán en el futuro una pensión básica que tendrán que complementar con ahorros propios. Sin embargo, las cuotas que pagan siguen siendo altas, para poder cubrir los derechos adquiridos de los actuales jubilados.

El sistema de pensiones, sin embargo, no es lo único que está en crisis en Alemania. Los estudiantes miran hacia el futuro con escepticismo y reaccionan con indignación, saliendo a la calle y protestando con énfasis, ante las medidas de ahorro de que son objeto las universidades alemanas que hace tiempo han dejado de ser un modelo para el mundo.

Todos los partidos políticos han empezado ya a despedirse del concepto tradicional del estado de bienestar sin que ninguno tenga una visión de futuro que lo reemplace.

Sin embargo, como lo advierte Miegel, aunque la sensación de crisis es honda, no se puede comparar la situación actual, como han hecho algunos historiadores, con la del fin de la República de Weimar cuando la gente pasaba hambre.

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