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"Deuda conjunta, un paso en falso"

27 de junio de 2012

Se supone que la próxima cumbre de la UE traerá la solución a una crisis que los expertos hace tres años no logran controlar. Pero el profesor Johann Eekhoff apela a revertir la lógica actual de los rescates financieros.

Imagen: picture-alliance/dpa


DW: El jueves se reúnen una vez más los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea para hallar una solución a la crisis de endeudamiento de la eurozona. Ya se crearon diversos paquetes y paraguas de rescate, pero la duración de esas medidas es cada vez menor. ¿Cuánto tiempo puede comprar todavía la política?

Prof. Eekhoff: Eso es muy difícil de decir. Es algo a lo que solo podrá poner límite la resistencia de la población, porque se ve cada vez más a las claras que no saldremos de esta crisis sin pagar un precio muy alto. Cada nueva medida de rescate cuesta dinero adicional, y cada aplazamiento también.

Johann Eekhoff, profesor de Economía Política de la Universidad de Colonia.Imagen: privat

La política de rescate comenzó en mayo de 2010, cuando se aplicó el primer paquete de ayuda financiera para Grecia. ¿No habría que haber tomado medidas diferentes ya en ese entonces?

Los expertos de nuestro Instituto de Economía Política apelamos de inmediato a que en ese caso no se transgredieran las leyes, y que se diera a los griegos la posibilidad de sanear su deuda con los acreedores.

En 2011 usted también abogó una vez más por la insolvencia de Grecia, pero, en lugar de eso, llegó otro paquete de rescate y probablemente se cree también un tercero. ¿Cree que la política está postergando simplemente la quiebra del país heleno?

Si la política empieza a transitar por el mal camino, es muy difícil que pueda volver atrás. Por eso ahora se trata de econtrar una solución a la crisis a cualquier precio para que los griegos no caigan en incapacidad de pago. Pero considero que ese es el camino equivocado.

En los mercados se está acabando la confianza en el euro, y el escenario de una disolución de la eurozona se perfila cada vez con más claridad. ¿Se hará realidad ese escenario?

La cuestión es qué dirección tomará esa disolución de la eurozona. Lo normal sería que Grecia saliera de la zona euro o que introdujera una moneda paralela. La alternativa sería que los países del norte de Europa, es decir, los países que llevan a cabo una política de estabilidad y que están pagando los rescates, salieran de la eurozona. El gran interrogante es si Francia también lo haría. En un caso extremo, podría salir solo Alemania, lo cual demostraría que la estructura actual se sustenta en base al contribuyente alemán.

¿Qué tipo de solución apoya usted?

Lo que me parecería adecuado es que Italia y España dijeran de una vez que no necesitan dinero y que lograrán salir solos de la crisis. Ambos países son tan sólidos económicamente hablando que están en condiciones de pagar sus deudas. También se podría ver la cuestión al revés, es decir, que los otros países dijeran que no otorgan más ayuda financiera. Después de todo, se debe encontrar un camino para concluir el tema de Grecia. Ese es el segundo paso.

Dado que la actual política de rescate ha fracasado, y que el Tribunal Constitucional alemán sigue sin dar luz verde al fondo permanente del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF), ¿debería el Gobierno alemán detener también la ratificación del MEEF?

Pienso que sería un paso posible y que podría enviar una señal clara en cuanto a no permitir paquetes de rescate permanentes, ya que eso significa que un país debe cofinanciar las deudas de otro. Y esa es la señal incorrecta hacia los mercados. En los mercados debe volver a ser válida la premisa de que aquel que está endeudado tiene que ser el primer responsable. Y, en segundo lugar, se responsabilizan de la deuda los acreedores. Entonces los intereses volverán a subir si se produce una situación de crisis. Los países no deberían quejarse de que los intereses suban, ya que eso es producto de sus decisiones.

Wolfgang Schäuble, el ministro alemán de Finanzas, quiere que se lleve a cabo un referendo popular para decidir una posible unión política en Europa. Al Gobierno alemán le urge que esa unidad se concrete, ya que considera que ha sido un error crear una unión monetaria y haber introducido el euro sin haber creado antes una unión política. ¿Comparte usted esa opinión?

No la comparto, porque todo lo que se entiende bajo el concepto de unión política no tiene una base real. En realidad, ya tenemos una unión política en Europa porque podemos decidir muchas cosas de manera conjunta. Estoy a favor de que se siga avanzando con pequeños pasos. Una unión política significa que en Europa se renuncie al derecho de decidir el presupuesto fiscal, a los derechos financieros y parlamentarios, y todavía no se sabe a quién se delegarán esos derechos. Pongamos por ejemplo la unión social, es decir, algo que ni siquiera es una unión política total. Una unión de ese tipo no se podría llevar a cabo, técnicamente, durante los próximos años porque los sistemas sociales europeos han sido construidos de manera totalmente diferente. Tenemos, en parte, un sistema como el de Alemania, en el que cada ciudadano debe aportar. Por otra parte, tenemos sistemas puramente impositivos. Y también hay sistemas combinados. Y los derechos surgidos de esos sistemas tienen una vigencia de 30 o 40 años. Son diferentes estructuras que no pueden mezclarse. Eso nunca va a funcionar.

Se han dado a conocer otras ideas para salvar al euro, como la unión de la banca europea, una unión fiscal -como objetivo a mediano o a largo plazo-, o la creación de eurobonos como fondo de amortización de deuda, una medida a corto plazo. ¿Cuál sería, según usted, la solución?

En todas las propuestas que menciona hay un denominador común: convertir a la deuda en una obligación conjunta. Pero ese sería un paso en falso, ya que se estaría dando la señal de que, en caso de duda, los países se harían responsables de deudas que nunca ocasionaron. Al hacer eso, se estaría minando la confianza de los mercados en la eurozona. Los mercados quieren estar seguros de que si alguien se endeuda también asumirá la responsabilidad por esa deuda.

¿Cuál es su pronóstico para la eurozona en los próximos doce meses? Tendremos una unión monetaria más pequeña, sin Grecia, por ejemplo, o una división en un euro del norte y uno del sur? ¿Habrá una unión de transferencias y garantías, o el euro ya habrá pasado a la historia?

Mi pronóstico para los próximos doce meses es que tal vez podamos superar esta fase. Los griegos quieren más tiempo para llevar a cabo urgentes reformas. Es interesante que los griegos ya no negocien acerca de nada más que ganar tiempo y suavizar las medidas de austeridad, es decir, recibir más dinero de los otros países. Ese es el objetivo del Gobierno, pero no va a funcionar. Ya no hablan de hacer reformas estructurales necesarias en el mercado laboral. Quizás pase un año más, o tal vez un año y medio, pero en algún momento la voluntad de pago de los países socios se acabará.

¿Está en peligro la paz en Europa si fracasa el euro?

Por el contrario. La paz peligra mucho más ahora. Si se observa cómo hablan los griegos sobre los alemanes, los alemanes sobre los griegos, los españoles sobre los alemanes, y así sucesivamente, constatamos que se está perjudicando la idea de una Europa unida. Europa fue siempre un símbolo de unidad, de crecimiento conjunto, de ventajas igualitarias para todos, y eso está siendo destruido por la voluntad de que Grecia permanezca en la eurozona. Los daños para Europa son tan enormes que la gente que hoy habla de una unión política ya ni siquiera sabe lo que está diciendo. Y los ciudadanos no los entienden. Hace tres años estuvimos mucho más cerca de concretar ciertos avances más factibles. Pero esa voluntad ya no existe. El concepto de Europa se entiende cada vez más como una amenaza y no como una oportunidad.

Johann Eekhoff es profesor de Economía Política en la Universidad de Colonia.

Entrevista: Zhang Danhong (CP)
Editora: Emilia Rojas-Sasse

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