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Llamarada solar de clase X acaba de impactar en la Tierra

6 de julio de 2021

El Sol parece estar despertando del período de calma de su ciclo de 11 años. Esta erupción de clase X ha sido la más intensa de los últimos cuatro años.

El Observatorio de Dinámica Solar de la NASA captó la llamarada el 3 de julio. La foto muestra el momento exacto de la fulguración solar de clase X.
El Observatorio de Dinámica Solar de la NASA captó la llamarada el 3 de julio. La foto muestra el momento exacto de la fulguración solar de clase X.Imagen: NASA/SDO

El Observatorio de Dinámica Solar de la NASA registró el destello ultravioleta extremo: una nueva mancha solar surgió a las 14:29 UTC (10:29 EDT) del 3 de julio y rápidamente explotó, produciendo la primera llamarada o fulguración solar de clase X desde septiembre de 2017. Además, ha sido la primera erupción de este tipo del ciclo solar 25.

Las fulguraciones de clase X se encuentran entre las erupciones solares más potentes de nuestra estrella anfitriona, siendo la más poderosa registrada una asombrosa X28 en noviembre de 2003.

Las erupciones solares se clasifican por su brillo en rayos X como A, B, C, M o X, siendo A la más pequeña y X la más brillante y grande. Esta fue la primera fulguración X lanzada por el Sol desde que comenzó un nuevo ciclo solar en diciembre de 2019.

Apagón de radio de onda corta sobre el Océano Atlántico

Esta nueva erupción, con un valor de X1,59, no fue tan intensa, pero el pulso de rayos X, que viajó hacia la Tierra a la velocidad de la luz, ionizó brevemente la parte superior de la atmósfera terrestre, provocando un apagón de radio de onda corta sobre el Océano Atlántico, según reportó Spaceweather.com

En ciertas partes del mundo, los navegantes, aviadores y radioaficionados pudieron haber notado efectos inusuales de propagación por debajo de los 30 MHz justo después de las 14:29 UTC.

El Dr. Tony Phillips, astrónomo y observador de la meteorología espacial, afirma que la mancha solar que produjo la fulguración X1,59 apareció de repente, como un día sin nubes que rápidamente se vuelve tormentoso.

"Ayer ni siquiera existía, lo que pone de manifiesto la imprevisibilidad de la actividad solar", escribe Phillips en Spaceweather.com. "Es posible que se produzcan más llamaradas, así que permanezcan atentos".

Fulguración X8,2 en 2017

La última llamarada de clase X, anterior a esta nueva, tuvo lugar en septiembre de 2017, cuando el Sol entró en erupción con una fulguración X8,2. 

Estas llamaradas son señales, junto con un aumento de los bucles coronales de plasma que se arquean desde la superficie del Sol, de que el ciclo se está volviendo definitivamente más activo. 

Aunque el Sol parece bastante consistente desde nuestra perspectiva diaria aquí en la Tierra, una visión a largo plazo revela una actividad dinámica. Parte de ello es el ciclo solar, según reporta ScienceAlert.   

Éste se basa en el campo magnético del Sol, que da la vuelta cada 11 años, cambiando los polos magnéticos norte y sur. Durante el ciclo, el Sol se hincha a un pico en la mitad del ciclo y luego comienza a calmarse hasta el final del ciclo cuando todo se repite.

No se sabe qué impulsa estos ciclos (investigaciones recientes sugieren que tiene que ver con una alineación planetaria de 11,07 años), pero los polos cambian cuando el campo magnético está en su punto más débil, también conocido como el mínimo solar.

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El peligro de una eyección de masa coronal (CME)

Según reportó Forbes, en caso de que una erupción vaya acompañada de una eyección de masa coronal (CME), podría haber un cierto riesgo en la Tierra. Una CME es un estallido de plasma caliente y cargado que suele producirse junto a una erupción que puede tardar varios días en llegar a la Tierra y causar, con sus partículas, interferencias adicionales en los sistemas eléctricos y de radio.

Afortunadamente, según Forbes, la mancha solar que produjo esta fulguración estaba en el borde de la cara del Sol, lo que hace improbable que una CME se dirija hacia la Tierra.

En el pasado, las fulguraciones fuertes y las CME han provocado daños sin precedentes en las redes eléctricas terrestres y en el número récord de satélites en órbita, lo que podría paralizar los sistemas en la Tierra que dependen de las comunicaciones por satélite.

No obstante, para fortuna de todos, la radiación de una CME no supone ningún peligro directo para los humanos: nuestra atmósfera nos protege.

FEW (ScienceAlert, Forbes, Spaceweather.com)

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