Durante la ocupación japonesa, Kim Soon-Sil nació como ciudadana de segunda clase en Corea del Sur. Hoy vive en Alemania, pero el pasado continúa presente en su vida.
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“Se castigaba al que hablaba coreano“, cuenta Kim Soon-Sil. Como colonia bajo dominio japonés desde 1910, los niños estaban obligados oficialmente a hablar japonés. Vivían reprimidos en su propio país y solo se podía ser coreano de puertas adentro.
En comparación con otros, ella vivía en el seno de una familia acomodada. Su padre era economista y tuvo cierto éxito con su empresa exportadora de pescado. No tuvo que trabajar en la mina o en el campo para el país ocupante, pero sí cambiar su nombre para adaptarlo al japonés.
El 15 de agosto de 1945, cuando Tenno Hirohito reconoció oficialmente por radio la derrota de Japón tras la II Guerra Mundial, Kim Soon-Sil tenía 13 años. Recuerda que se alegraron mucho. Pero también de que tuvieron una sensación de miedo e inseguridad. “No sabíamos si ponernos de luto o alegrarnos. Ni siquiera sabíamos si eso estaba permitido”, recuerda.
En busca de una identidad
Después de 35 años bajo dominio japonés, de repente surgieron preguntas básicas. “¿Qué será de nosotros si Japón ha perdido la guerra? No lo sabíamos. Muchos ni siquiera tenían una identidad coreana ni tampoco sabían coreano”, aclara King Soon-Sil. Pero ella nunca dudó de su origen: “Siempre me sentí coreana porque éramos una familia fuerte y estable, y estábamos mejor que otros. La pobreza era un problema y pocos podían permitirse arroz y cereal”, continúa.
Tras la II Guerra Mundial, Kim Soon-Sil acabó la escuela superior y empezó a estudiar teología. Después de que Corea se separase de Japón, el destino le asestó otro duro golpe y se dividió en dos partes enfrentadas entre la influencia de EE.UU. y la URSS. En 1950 comenzó la Guerra de Corea, tres años de crueles enfrentamientos hasta que un alto el fuego acordado terminó con el conflicto, a la vez que cimentó la división que conocemos actualmente.
Rabia y desengaño
Aun así, ella consiguió finalizar sus estudios y ejercer como docente de coreano. Posteriormente pudo aprovechar sus conocimientos de japonés para trabajar como traductora y guía, hasta que en 1973 abandonó Corea del Sur con sus hijos para irse a vivir con su marido, que entonces vivía en Alemania. Concretamente a Frankfurt del Meno, donde ejerció como traductora y escritora, publicando trabajos relacionados con una temática constante: su hogar, el viejo y el nuevo, la guerra de Corea y los trabajadores coreanos en Alemania.
A día de hoy, el pasado bélico de su país y sus consecuencias todavía están presentes en su vida. Y por eso observa atentamente cómo Japón trata de superar el pasado. También en comparación con Alemania. Le impresionó enormemente cómo Willy Brandt se arrodilló en Varsovia en 1970. Pero en su opinión, el presidente japonés Shinzo Abe evitó una petición expresa de perdón en su discurso del 70 aniversario de la capitulación de Japón, animando además a las generaciones siguientes a no tener ese sentimiento de culpa.
Dicho dicurso fue criticado por China y Corea, y para Kim Soon-Sil no es suficiente: “Los japoneses solo piensan en su papel como víctimas en Nagasaki e Hiroshima, pero no sobre lo que hicieron a otros pueblos que ocuparon como hiciera la Alemania nazi”, aclara. Para la presidente surcoreana, Park Geun Hye, el discurso de Abe también dejó mucho que desear, declaraba durante el aniversario de la liberación. Japón solo podrá recuperar la confianza de sus vecinos con “hechos honestos”.
Actualmente, Kim Soon-Sil mantiene contacto con japoneses en Alemania. Para ella no es problema, ya que en el contacto funciona en el plano personal. Pero el Gobierno japonés es algo distinto y eso sí le da rabia: “No es que sufra, pero lo que pasó me impide ser libre”, dice. Mientras no haya un reconocimiento de culpa por esa parte, continúa, las viejas heridas continuarán abiertas aunque pasen décadas.
El secreto encanto de Corea del Norte
El fotógrafo singapurense Aram Pan estuvo varios días recorriendo el país para inmortalizar sus ciudades, su arquitectura, su gente y conocer así uno de los estados más herméticos del planeta. Éste es el resultado.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
La tranquila belleza de Pyongyang
El fotógrafo singapurense Aram Pan ha viajado a Corea del Norte para realizar su proyecto DPRK 360, con el que busca inmortalizar a la gente y la forma de vida de ese hermético estado asiático. Esta imagen la obtuvo Pan desde el hotel Yanggakdo, donde alojó durante su estadía en la capital norcoreana.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
A los pies de los grandes líderes
El Gran Monumento Mansudae es uno de los atractivos turísticos más visitados de Pyongyang. Los norcoreanos y los visitantes suelen depositar flores a los pies de las gigantescas estatuas de Kim Il Sung y Kim Jong Il, quienes se imponen en la muy cuidada explanada.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Una hermosa policía robótica
El fotógrafo Pan cuenta que la policía de la imagen apenas se mantuvo quieta los segundos necesarios para inmortalizarla. Pese a que no circulan muchos automóviles en Corea del Norte, las ciudades cuentan con funcionarios encargados de mantener el orden del tráfico. Y lo hacen moviéndose como robots rítmicos.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Moviéndose en metro por Pyongyang
No es la hora punta, pero el metro de Pyongyang se ve atestado. La imagen fue obtenida a las 3 de la tarde de un día cualquiera de agosto de 2013. El metro tiene dos líneas y sus estaciones están construidas a varios metros de profundidad, a prueba de eventuales bombardeos.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Shiny happy people
Como parte de su postura de no interferir con lo que queda plasmado en su cámara, el fotógrafo no quiere discutir de política y pide a quienes ven sus fotografías que no piensen en ello, sino en la gente y en los paisajes. "Nadie viaja a un país para fotografiar cárceles", explica cuando lo critican por mostrar una Corea del Norte amable. En la foto, ciudadanos felices bailando cerca de Wonsan.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Sol, arena y mar
En la costa norcoreana, los ciudadanos pueden disfrutar de las playas como en todas partes: juegan vóleibol, se lanzan arena, usan flotadores para entrar al mar. También hay regaderas para sacarse la arena antes de partir a casa. En muchas imágenes se ven caras sonrientes.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Llueve sobre la ciudad
Día de lluvia en Wonsan, en la costa oriental de Corea del Norte. Aram Pan ironiza diciendo que los seres humanos conocemos más del universo que de Corea del Norte, y él quiere aportar un grano de arena a que eso cambie.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Dos niñas encantadoras y sus paraguas
Estas encantadoras niñas aprenden en el Palacio de Escolares y Niños de Mangyongdae, cerca de Pyongyang. Danza, música, actuación y dibujo son algunas de las disciplinas que se imparten en ese recinto.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Talento genuino
Aram Pan asegura que estuvo cinco minutos mirando a este muchacho dibujar, y puede dar fe de que el talento del niño es genuino. Muchos de los visitantes de su Facebook DPRK 360 dudan de las fotografías, que podrían ser puestas en escena o actuaciones para el visitante. El fotógrafo singapurense lo descarta.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Una muestra de coordinación impactante
El famoso Festival Arirang es una de las mayores demostraciones de trabajo coordinado del mundo. Se trata de una celebración iniciada en 2002 en honor del gran líder Kim Il-sung, fundador del país. En ella participan hasta 100.000 gimnastas. Es otro de los grandes atractivos turísticos del país.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
La normalidad en toda su expresión
Cerca de Kaesong, ciudad famosa por disponer de fábricas de inversionistas surcoreanos, Aram Pan vio a esta señora que paseaba con una niña. La imagen refleja precisamente lo que el artista oriundo de Singapur quería mostrar de Corea del Norte: personas comunes y corrientes.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Maravillas de la naturaleza norcoreana
En los alrededores del monte Kumgang existe un circuito turístico muy visitado por los norcoreanos, que incluso llevan algo de comida y se sientan a disfrutar del paisaje. Corea del Norte aspira a convertirse en un epicentro turístico, y por medio de estas maravillas intenta convencer a los más escépticos. De hecho, la región turística de Kumgangsam es una de las grandes apuestas del régimen.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Noche en la ciudad
Noche en Pyongyang. La gente vuelve a casa usando el tranvía. La ciudad está iluminada, e incluso a Aram Pan le sorprenderá la belleza que adquiere la capital de noche, cuando se apodera de ella el silencio y las luces le dan un ambiente único a la misteriosa urbe.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Un Arco del Triunfo más grande que el de París
Construido en 1982 para honrar al gran líder Kim Il-Sung, el Arco del Triunfo de la capital norcoreana es una decena de metros más grande que el Arco de París, en el que está basado. Su visión de noche es ensoñadora.
Imagen: Aram Pan, All Rights Reserved
Ocaso a los pies de la torre
Ocaso a los pies de la Torre Juche, un enorme obelisco de 170 metros de altura construido en 1982, también para conmemorar el 70º cumpleaños de Kim Il Sung. Corea del Norte tiene magia y Aram Pan quiere que el mundo la conozca, más allá de los conflictos, las disputas y las diferencias. Por eso, expone sus fotos en el sitio web www.dprk360.com