Una nueva era para Argentina
25 de mayo de 2003El nuevo líder se ha ganado la simpatía de parte de la población en las últimas semanas, según diversos sondeos, lo cual no es fácil en un escenario político completamente fragmentado. Pero las verdaderas dificultades para el nuevo presidente argentino comienzan este domingo. Su agenda de trabajo prevé sólo para empezar negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la reestructuración de la enorme deuda pública argentina, así como la aplicación de un plan que impulse la economía nacional y genere puestos de trabajo. La mitad de la población argentina vive en la pobreza, en un país que fuera potencia mundial y que es uno de los principales productores de alimentos a nivel global y posee yacimientos petroleros.
Años de caos
Los argentinos esperan que con la llegada de Néstor Kirchner se cierre un capítulo de desorden político que comenzó cuando en octubre del 2000 renunció el ex vicepresidente Carlos Álvarez. Su decisión sacudió el esquema de poder del ex mandatario Fernando de la Rúa, que se quedó sin aliados para poder controlar una economía en llamas y en diciembre del 2001 tuvo que renunciar en medio de una sangrienta revuelta popular. Un mandatario y dos presidentes interinos más pasaron por el gobierno argentino, hasta que con el presidente Eduardo Duhalde, se lograra estabilizar la economía, que el año pasado se contrajo casi 11%, y lograra a pesar del clima de protestas cumplirse el proceso electoral. Todos esperan que con Néstor Kirchner se pueda superar la etapa del caos.
Los acreedores a la espera
Pese a su estilo moderado Kirchner parece haber comenzado a ganar la confianza de la población, que hace unos meses apenas lo conocía. Los argentinos han puesto sus esperanzas en él y esperan sobre todo que la pobreza disminuya durante su gestión. Kirchner deberá repartir los escasos recursos del Estado argentino. Ya anticipó que mantendrá los planes que reparten 50 dólares por mes entre familias pobres y que lanzará un plan de obras públicas con una inversión inicial de 2.000 millones de dólares.
Mientras tanto, los acreedores extranjeros presionan pues desde hace año y medio no cobran un centavo de los bonos argentinos que poseen. La deuda pública con los acreedores privados suma unos 60.000 millones de dólares, mientras que la deuda con el FMI, asciende a 14.000 millones de dólares.