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Premio Nobel ambientalista, alcaldesa de Ciudad de México

Sandra Weiß
4 de diciembre de 2018

¿Convertirá la experta ambientalista Sheinbaum a la capital mexicana en una ciudad más sostenible, o actuará simplemente como correa de transmisión de su correligionario y presidente, López Obrador?

Claudia Scheinbaum fue llamada por la ONU a integrar su Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que recibió el Premio Nobel en 2007
Claudia Scheinbaum fue llamada por la ONU a integrar su Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que recibió el Premio Nobel en 2007.Imagen: picture-alliance/dpa/ZUMAPRESS/J. C. Reyes

El nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y Claudia Sheinbaum, que será la primera alcaldesa electa de Ciudad de México desde este miércoles 5 de diciembre de 2018, han sido aliados durante años, en las buenas y en las malas.

El perfil de ambos no podría ser más diferente: Sheinbaum, la racional y fría ingeniera,  la cosmopolita profesora universitaria con raíces judías y Premio Nobel. AMLO, el carismático político de provincia, de retórica populista.

La megalópolis mexicana ha sido siempre considerada como una isla progresista en un país más bien conservador, católico. En Ciudad de México, son legales los abortos y los matrimonios homosexuales. Hay una “pensión mínima garantizada”, además de parques y medios de transporte accesibles para discapacitados.

Isla progresista, contrapeso del Gobierno central

Desde 1997, los habitantes de la capital mexicana pueden elegir a sus alcaldes. Y, desde entonces, los candidatos de izquierda han ganado siempre esas elecciones. Así que Ciudad de México ha servido siempre de contrapeso a los gobiernos centrales, de corte liberal-conservador. Esto cambiará ahora que, por primera vez, México tiene también un presidente de izquierda.

Los capitalinos esperan expectantes, a ver qué rumbo tomará Sheinbaum. ¿Renunciará esta experta ambientalista de 56 años a su propio perfil y se contentará con servir de correa de transmisión del jefe de Estado?

López Obrador la eligió para eso, y la legitimó luego con un plebiscito, pese a las resistencias y a los candidatos opositores perfilados dentro de su propio partido. Y pese, también, a que Sheinbaum no estaba tan entusiasmada con la idea y hubiera preferido volver a la universidad (después de una experiencia bastante traumática como jefa delegacional de una demarcación territorial de la capital mexicana).

"Ahora ya no hay este equilibro político y eso le resta independencia a Sheinbaum. Las políticas que se implementen estarán subordinadas a lo que diga el Gobierno federal", opina Arturo Paramo, reportero capitalino del Grupo Imagen, en diálogo con DW.

¿Renunciará Scheinbaum a su propio perfil y se contentará con servirle de correa de transmisión a AMLO?Imagen: picture-alliance/dpaNotimex/A. Monroy

De una herencia migrante a una carrera científica y política

Sheinbaum nació en 1962, en una familia de inmigrantes judíos de Lituania y Bulgaria. Su padre era químico, su madre bióloga. Ambos estuvieron activos en el movimiento estudiantil de 1968, que culminó en México con la trágica masacre de Tlatelolco. Como muchas de estas familias inmigrantes europeas, los Sheinbaum atribuyeron gran importancia a la educación de sus dos hijos.

Tras culminar su bachillerato, Sheinbaum eligió la capitalina Universidad Autónoma de México (UNAM), una de las universidades públicas más prestigiosas de América Latina, y una de las más políticas. Allí, tanto ella como su hermano estudiaron física.  Además, Sheinbaum se especializó en energía. Para su tesis doctoral, se marchó por cuatro años a los Estados Unidos, donde extendió sus conocimientos a la ingeniería ambiental.

Ya durante sus estudios, Scheinbaum se mostró políticamente activa. A su futuro esposo, Carlos Imaz, un sociólogo de ideas marxistas, lo conoció en una huelga estudiantil contra la introducción de tasas de matrícula, entre 1986 y 1987. Ambos fueron miembros fundadores del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), en 1989, que se nutrió del movimiento estudiantil, por un lado, y, por otro, de disidentes del entonces Partido Revolucionario Institucional (PRI), como López Obrador.

Imaz entró en la política de la capital, pero pronto estuvo involucrado en escándalos de corrupción y financiamiento ilegal de campañas, tuvo que renunciar y fue condenado. El matrimonio, que entretanto se ha disuelto, dejó un hijo y una hija.

Sheinbaum no se ajustó al tradicional rol de madre, sino que volvió rápidamente a su carrera científica. Entre otras cosas, fue llamada por la ONU a integrar su Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que recibió el Premio Nobel en 2007.

Ciencia al servicio de la política, ¿o viceversa?

Su carrera política paralela se desarrolló en el PRD, y en la capital. La ciencia debe estar al servicio del ser humano, asegura Scheinbaum cuando explica su carrera de doble vía, por la que ha cosechado repetidas críticas.

Entre 2000 y 2006, fue secretaria de medio ambiente durante el Gobierno de AMLO en Ciudad de México. En esta función, introdujo un sistema de autobuses de alta velocidad y redujo en un 30 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, sin embargo, fue responsable del controvertido "segundo piso" de la autopista capitalina, que era, sobre todo, el proyecto preferido de AMLO, y promovió, más que nada, el tráfico individual.

Cuando López Obrador renunció en 2006, para postularse a la presidencia de México, Scheinbaum pasó su prueba de lealtad, acompañándolo como su portavoz. Después de la estrecha derrota, continuó trabajando como científica, pero estuvo disponible, una vez más, cuando López Obrador volvió a intentarlo en 2012.

Experiencia traumática como política local

Fue alcaldesa de Tlalpan, una demarcación territorial de clase media en el sur de la capital, entre 2015 y 2017. Allí cayó en desgracia, luego del derrumbe de una escuela durante el terremoto de 2017, bajo cuyos escombros murieron 19 niños y siete adultos. En retrospectiva, resultó que la escuela acumulaba numerosas deficiencias y advertencias, pero aún no había sido cerrada como correspondía.

Poco después de la tragedia, Scheinbaum aclaró que no se sentía responsable de ella. Y, aunque esto fue confirmado más tarde por un tribunal, ante las familias afectadas, la política quedó, desde entonces, como una insensible.

Scheinbaum era alcaldesa de Tlalpan cuando se derrumbó la escuela Enrique Rébsamen, durante el terremoto de 2017.Imagen: picture-alliance/AP Photo/C. Cisneros

Sobre su vida privada se sabe poco. Rara vez da entrevistas y sus conocidos la describen como reservada, desconfiada y tímida. A la pregunta sobre sus motivaciones, Sheinbaum respondió, en una entrevista con el diario La Razón, que: "México está viviendo una situación muy difícil, quizá una de las más difíciles desde la Revolución; la crisis es muy grave, no solamente económica, sino política, pero también de valores en nuestro país, la corrupción, entonces este deseo mío de poder aplicar esta experiencia que he adquirido como servidora pública para transformar el país pues, es algo que me mueve."

De lo que esto significa, hay ya un anticipo: Scheinbaum ha anunciado que eliminará las impopulares fotomultas de tránsito. Las cámaras de velocidad, hasta ahora operadas por el sector privado, serán nacionalizadas y ubicadas en los cruces en los que más frecuentemente se producen accidentes. Y las multas serán reemplazadas por un sistema de puntos similar al de otros países como Alemania, pero con diez horas de trabajo comunitario como pena máxima.

(rml/ers)

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