El agua es la sangre de los yaquis. Su río, el lugar sagrado donde se asentó en Sonora, al noroeste de México, una de las tribus más belicosas. Pero ya no hay ritual que pueda devolverles a estos indígenas el agua que han canalizado de su río mediante tres presas. Las promesas de las autoridades también se han evaporado con la sequía permanente del lugar.