Alemania se luce tácticamente
4 de julio de 2014 El entrenador Joachim Löw escuchó con atención el debate en torno a la selección alemana y tomó un par de decisiones importantes para enfrentar a Francia en los cuartos de final del Mundial de Brasil. El resultado, una victoria 1-0, confirmó que acertó en los movimientos tácticos.
La naturalidad posicional
La modificación más importante en el equipo alemán fue la que terminó marcando el tipo de fútbol que ofrecería. El capitán Philipp Lahm regresó a su posición natural como lateral derecho y le abrió espacio al doble pivote tradicional bajo la dirección de Joachim Löw: Bastian Schweinsteiger y Sami Khedira.
Alemania, de esta forma, no solo ganó profundidad en el juego por las bandas, especialmente por la diestra, donde Lahm y Müller armonizaron gracias a las varias temporadas que ambos han compartido en el Bayern Múnich, sino que liberó un arma que resultó ser contundente y determinante en su juego ofensivo.
El regreso de Philipp Lahm a la defensa le permitió a Mats Hummels, la figura del partido contra Francia, brillar en su máximo esplendor. El defensor central del Dortmund, que en la recuperación y contención cumplió un juego impecable, aportó profundidad a la salida del balón desde el fondo, esta vez con menos estaciones hacia al frente que cuando el capitán alemán forma en el medio campo.
Schweinsteiger y Khedira estabilizaron la zona de volantes y se encargaron de “dormir” el partido cuando esto fue necesario, mientras Miroslav Klose, en la reaparición en la formación alemana del centrodelantero clásico, cumplió una interesante función: más que atacar, el máximo goleador de los Mundiales (junto al brasileño Ronaldo) asumió la responsabilidad de arrastrar con sus movimientos a una defensa francesa a la que de esta forma le impidió aportar al desdoblamiento ofensivo de su equipo.
La efectiva “anestesia”
Alemania recuperó en el partido contra Francia muchos otros elementos de su identidad histórica. Por ejemplo el valor de los tiros libres como arma para generar peligro, y goles, como el que le dio la victoria. El cabezazo de Mats Hummels, a cobro de Toni Kroos, fue el cuarto gol que los alemanes consiguen de esta manera en Brasil. Esto es ya el doble de los anotados de la misma forma en el Mundial del 2010, y revela un intenso trabajo del equipo en este tipo de lanzamientos en los entrenamientos.
Pero también hubo otros aspectos en los que Alemania demostró su madurez como equipo, e hizo valer su experiencia enfrentando partidos decisivos. Hasta el momento del gol de Hummels la selección dirigida por Joachim Löw buscó con verticalidad el arco francés, pero una vez consiguió su objetivo de ponerse adelante en el marcador “anestesió” el juego.
Los franceses llevaron desde ese momento la carga del partido. Obligados a atacar le facilitaron a Alemania el control. Francia llevó peligro en algunas de sus acciones, pero no el suficiente como para robarle la calma a los alemanes, que de la mano de la veteranía y la rutina de Schweinsteiger, Lahm y Khedira se apoderaron del ritmo.
Inteligentemente, en una magistral respuesta táctica al tipo de partido que se venía desarrollando, el entrenador Joachim Löw elevó la oferta ofensiva de su equipo en los últimos 20 minutos y le mostró los colmillos a Francia. Con el ingreso de André Schürrle, Alemania aprovechó cada pérdida de balón del rival para general un contragolpe que en por lo menos dos ocasiones debió haber terminado convertido en gol.
Luego ingresaron Mario Götze, para reforzar la sensación de peligro, y Christoph Kramer, para ganar no solo tiempo sino aire en el medio campo ofensivo, y el planteamiento estratégico de los alemanes fue premiado con el paso a la semifinal del Mundial, un mérito que también recae en Mats Hummels, por el gol y las varias jugadas de peligro que resolvió, y el arquero Manuel Neuer, quien en el último ataque francés desvió el remate de Karim Benzema que cerró el partido.