UNICEF: 520.000 niños rohinyás corren peligro por lluvias
16 de enero de 2018
Más de 520.000 niños rohinyás albergados en campamentos de refugiados en Bangladesh se encuentran en riesgo ante la llegada de las lluvias relacionadas con la temporada de ciclones y monzones.
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"Cientos de miles de niños viven ya en condiciones horribles y se enfrentarán a un riesgo todavía mayor de enfermedades, inundaciones, deslizamientos de tierra y más desplazamientos", indicó este martes (16.01.2018) el representante de Unicef en Bangladesh, Edouard Beigbeder, en un comunicado de la organización.
Según la agencia de la ONU, los ciclones tropicales, que cada año llegan entre marzo y julio, y septiembre y diciembre, junto con las lluvias del monzón previstas a partir de junio, amenazan con agravar las posibilidades de contraer cólera, hepatitis E y malaria.
Además, aumenta el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra, una amenaza "directa" contra la vida de los menores, y que podría dañar "severamente" las infraestructuras en los campamentos como tiendas, sistemas de agua y letrinas.
Según el Grupo de Coordinación Intersectorial de la ONU, unos 655.000 rohinyás llegaron a Bangladesh desde el pasado agosto, y las autoridades calculan que más de 300.000 miembros de esta comunidad se encontraban ya en la zona antes del inicio de la crisis.
El actual éxodo de rohinyás comenzó con las operaciones militares de represalia de las fuerzas de seguridad birmanas lanzadas tras los ataques, el 25 de agosto, del rebelde Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) a una treintena de puestos militares y policiales en Rakáin.
La ONU y organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado repetidas veces que existen pruebas claras sobre violaciones de los derechos humanos en esta operación, y el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU lo ha calificado de "limpieza étnica" afirmando que hay indicios de "genocidio".
Los Gobiernos de Bangladesh y Birmania (Myanmar) anunciaron hoy que han acordado que el proceso de repatriación de rohinyás refugiados en territorio bangladesí se complete en el lapso de dos años desde el momento en que comience el regreso de los miembros de esta minoría musulmana.
CP (efe, rtr)
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No hay niñez para los rohinyás en Cox's Bazar
Tiene 12 años. Aun así, el rohinyá refugiado Nur Hafes cuida a su familia. Durante la huida desde Myanmar hacia Bangladesh su papá se fue. Ahora su mamá está sola con él y sus hermanos.
Imagen: Reuters/A. Abidi
El sostén de la familia
Nur Hafes, de 12 años, busca personas en el campo de refugiados de Palong Khali que quieran darle un poco de dinero si los protege con su paraguas del penetrante sol. Da una mirada hacia los sacerdotes musulmanes, quienes a veces distribuyen las donaciones que han recolectado en sus comunidades. Él todavía no es un adulto y, sin embargo, debe cuidar a una familia de nueve.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Un euro al día es un buen día
“A veces hago 50 o 100 takas, a veces llego a casa con las manos vacías”, dice Nur. Un taka es equivalente a un centavo de euro. Por 50 takas se compran alrededor de 250 gramos de chiles verdes en los mercados de los campos . Un pollo cuesta alrededor de 150 takas.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sola con ocho hijos
Nur es el mayor de ocho hermanos. Cuando el ejército llegó a la aldea de los abuelos, el padre de Nur huyó sin la familia. No lo han visto desde entonces. La huida a Bangladesh cerca de la ciudad de Cox's Bazar ha dejado a la madre Rabia sola con los niños. Los ancianos hacen todo lo posible para ayudar a Rabia a mantener a flote a la familia en el campo de refugiados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"El ejército incendió casas"
Hace dos meses, Rabia y los niños fueron expulsados de su pueblo natal en la provincia de Rakáin, Myanmar. "El ejército incendió casas donde todavía había gente", recuerda la madre de 33 años. "He visto tanta gente con heridas de bala". La familia huyó a casa de sus abuelos, pero solo un día después llegaron los soldados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Dependientes de la ayuda humanitaria
Como la mayoría en el campo de refugiados cerca de Cox's Bazar, Nur y su familia dependen de la ayuda humanitaria. Desde su casa solo pudieron llevar la ropa que tenían puesta, documentos de identidad, un par de fotos y una manta para protegerse de la lluvia. Como cabeza masculina de la familia, Nur acostumbra estar al frente ante las organizaciones de ayuda.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sobreprecio en los campos de refugiados
Por lo general, solo se distribuyen alimentos básicos a los refugiados (aceite, lentejas, cebollas) y a menudo no lo suficiente. Es por eso que los campos de Cox's Bazar tienen una gran cantidad de comerciantes que, por ejemplo, venden chiles verdes o nueces, como también anticonceptivos y cigarrillos. La mayoría de los productos cuestan más que en los mercados de las ciudades vecinas.
Imagen: Reuters/H. McKay
Nur ya trabajaba en Myanmar
Antes de huir de Myanmar, Nur vendía productos que su padre compraba al por mayor. Como apátridas, los rohinyás tenían poco acceso al sistema educativo antes de que el conflicto estallara y eran discriminados en el mercado laboral.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Los más jóvenes están desnutridos
A pesar de sus esfuerzos y la ayuda humanitaria, a la familia de Nur a menudo le falta lo más esencial. Los dos hijos más pequeños de Rabia, Fátima, de un año y medio (en la foto) y Mohammed, de ocho meses, sufren de desnutrición, al igual que muchos de los niños en los campos. Se estima que el 60 % de los refugiados rohinyá son menores de edad. Muchos sufren de enfermedades como diarrea.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"Ya no se comporta como un niño"
"Es joven, pero entiende que tiene una responsabilidad. Ya no se comporta como un niño", dice Rabia sobre Nur. Sus deseos para su futuro son sencillos: espera que pueda montar un negocio como comerciante en Bangladesh. Pero a veces él sueña con otra vida, una educación adecuada, tiempo para jugar fútbol con amigos, y así poder ser un niño.