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Unidad ante todo

2 de octubre de 2002

Los ministros de Relaciones Exteriores de la UE acordaron permitir, bajo ciertas condiciones, acuerdos bilaterales con Washington para evitar que estadounidenses sean juzgados por el Tribunal Penal Internacional.

Las banderas de la Unión Europea ondean en Bruselas.Imagen: AP

Alivio en Bruselas. Los 15 socios de la Unión Europea lograron su principal cometido: preservar la imagen de unidad. El desafío lo planteó Washington, con su ofensiva diplomática en busca de acuerdos bilaterales para garantizar la inmunidad de sus hombres ante el Tribunal Penal Internacional. Y aunque muchos europeos hubieran querido rehusar tales pretensiones del gran socio norteamericano, el pragmatismo también terminó por imponerse en esta materia.

Con España y Gran Bretaña proclives a ceder a los deseos de Washington, el discurso original de la UE, contrario a cualquier concesión, fue perdiendo vigor. Finalmente, prevaleció la necesidad de no mostrar nuevas fisuras entre los socios del viejo mundo, que luchan palmo a palmo por su influencia política como bloque. Fue así como hubo que transigir, intentando al mismo tiempo no debilitar a la nueva corte.

"No hubo concesiones"

Eso es precisamente lo que subrayó el ministro de Relaciones Exteriores de Dinamarca, país que ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea. Per Stig Möller aseguró que "no hubo concesiones ni se socavó el espíritu del Tribunal Penal Internacional", al explicar la fórmula que hizo posible el consenso. La propuesta, aprobada en Bruselas, contempla la posibilidad de sellar acuerdos con Estados Unidos para evitar que sus ciudadanos sean sometidos a juicio en La Haya, sólo bajo una serie de condiciones.

La primera de ellas es que se garantice que no habrá impunidad y que los sospechosos en cuestión serán llevados ante los tribunales estadounidenses. Igualmente se limita el círculo de potenciales beneficiarios de la dispensa a los diplomáticos o soldados enviados a cumplir misiones en el extranjero.

Los Pinochet del futuro

"Los Milosevic y Pinochet del mañana tendrán que rendir cuentas ante el Tribunal Penal Internacional. A ese acuerdo llegaron todos los europeos", puntualizó el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, destacando los aspectos positivos del entendimiento alcanzado. No obstante, el propio Fischer admitió que hubiera preferido un claro rechazo a cualquier arreglo bilateral con Washington y, de hecho, afirmó que Berlín no sellará ningún tratado al respecto con los estadounidenses.

En suma, no se logró consenso para prohibir acuerdos como los que han cerrado ya 12 países con Estados Unidos, entre ellos Rumania, candidato a ingresar a la Unión Europea. Quizá el daño ocasionado al Tribunal Penal Internacional no sea tan devastador como pudiera haberse temido. Pero en la práctica quedó de manifiesto que ni los europeos están en condiciones de cerrar filas para defenderlo en toda su dimensión. Y esos no son buenos presagios para una corte en la que pretende plasmarse el principio de una justicia global.

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