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Uribe: prueba de fuego para el Estado de derecho en Colombia

José Ospina-Valencia
7 de octubre de 2019

Este 8 de octubre, el expresidente Álvaro Uribe comparece ante la Corte Suprema en un caso de fraude procesal. Sea que se abra o no un juicio en su contra, su figura pone a prueba la democracia y divide al país.

Álvaro Uribe, expresidente, senador y "domador".
Álvaro Uribe, expresidente, senador y "domador".Imagen: picture-alliance/dpa/Handout Centro Democratio

"Mucho antes que Trump y Johnson, el colombiano Álvaro Uribe ya movilizaba a los electores en torno a su propia agenda, haciendo uso de todos los medios modernos de comunicación”, dice a DW Sabine Kurtenbach, directora interina para América Latina del Instituto Alemán de Estudios Globales (GIGA), con sede en Hamburgo. Para esta profesora universitaria, Colombia es un campo de análisis sobre el desarrollo del populismo: "Allí podemos estudiar cómo la polarización persiste mucho más tiempo que los mandatos de los líderes que la promueven”. Para Kurtenbach, especializada en estudios comparativos de la política en América Latina, esto es "preocupante”.

El caso actual, tiene dos dimensiones que hay que diferenciar, advierte por otra parte, Viviana García Pinzón, investigadora del GIGA: "Una es la judicial. Por lo demás, esta es la primera vez que la Corte Suprema cita a un expresidente que, se presume, estaría involucrado en el intento de que un testigo cambiara su versión que lo afectaba”. La Corte interrogará al exmandatario sobre su relación con un exparamilitar, y sobre si ofreció dinero o beneficios por cambiar su versión comprometedora sobre él. 

La otra es la dimensión política, agrega la doctoranda de la Universidad de Marburgo: "Uribe es el más importante político de las últimas décadas en Colombia y las figuras más virulentas de su partido Centro Democrático han convocado a marchas de respaldo sugiriendo que, sin importar lo que decida la Justicia, Uribe está por encima de la Ley”. Ésta es, por lo tanto, "una prueba de fuego para las instituciones democráticas en Colombia”, concluye la investigadora García Pinzón.

Uribe no siempre fue como Uribe

Pero el Uribe controvertido de hoy no es el del 2002, el año en el que llegó a la presidencia tras el fracaso de las negociaciones de paz con la guerrilla de las FARC. "Colombia estaba a punto de convertirse en un Estado fallido y Uribe logró revertir la situación”, resalta Kurtenbach, y agrega que "el mayor error de Álvaro Uribe fue no haber fundado un partido con un proyecto de futuro para Colombia”. Hoy, según ella, "su único programa, y el de su Centro Democrático, se limita a él”.

Álvaro Uribe, a pesar de haber sido alumno de Carlos Gaviria, un reconocido socialdemócrata, fue cerrando cada vez más su visión de lo que es la democracia y el Estado de derecho. "En 2005, gracias a un proceso truculento, hizo cambiar la Constitución para poder ser reelegido. Lo que logró en 2006”, recuerda Kurtenbach, y advierte que no ha sido ni el primero ni el último en la región, citando el actual caso de Evo Morales en Bolivia.

Para esta analista de la política latinoamericana, la diferencia entre políticos y partidos no está en si son de derecha o de izquierda: "La clave es si respetan o no las instituciones democráticas, porque el corazón del Estado de derecho está en que la Ley es para todos, y en que nadie puede estar por encima de ella. Ni Uribe ni nadie”. En esto coinciden las dos investigadoras del Instituto Alemán para Estudios Globales. Uribe en la actualidad está vinculado a 59 procesos, 45 en la Comisión de Acusación de la Cámara y 14 en la Corte Suprema de Justicia.

¿Es real la amenaza de que si Álvaro Uribe es juzgado se va a incendiar el país? García Pinzón, estudiosa de la democracia y la seguridad, cree que eso no va a pasar, "porque si hay una garantía de que las instituciones democráticas funcionan y los jueces no se dejan presionar por el ambiente enrarecido, las instituciones saldrán adelante”.

Pero justo aquí está la gran disyuntiva: si se abre un juicio contra Uribe y es condenado, algunos políticos y seguidores anuncian que no reconocerán el fallo. Y si es absuelto a pesar de las evidencias, otros consideran que sería muy perjudicial para la democracia.

Punto crucial para la democracia

El populismo caudillista de Uribe, pero también el de Gustavo Petro, su contraparte en la ultraizquierda, han llevado al país a este punto que muchos consideran "crucial para la democracia en Colombia, porque cuando las instituciones democráticas no se respetan, cuando se moviliza a las masas en contra de las decisiones de la Justicia, el camino hacia una dictadura puede ser muy rápido. Para la muestra están Venezuela, Nicaragua, etc.”, señala Sabine Kurtenbach.

Pero ella confía en la fortaleza de la Justicia colombiana: "En los últimos años, las cortes han jugado un gran papel para salvaguardar la democracia de Colombia, que sigue siendo el país con la Constitución más progresista de América Latina”. Durante su primer mandato como presidente, Álvaro Uribe aseguró que él, antes que estadista, se consideraba "domador”, como lo revela en su libro "Así gobierna Uribe” (2004) la columnista María Jimena Duzán. Mientras hoy se doma a un caballo tomando en cuenta  su sensibilidad, los domadores de la vieja escuela quebraban literalmente la voluntad de los domados.

A pesar del ruido mediático, Uribe está perdiendo su capacidad de convocar a las masas, dice la directora interina del Instituto Alemán para Estudios sobre América Latina: "Sus índices de popularidad bajan desde hace un tiempo”. Según encuesta de Gallup Poll del 29 de agosto de 2019, dicho político tiene actualmente un índice de desaprobación del 61%. "Uribe solo es superado por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro”, reseña el diario El Espectador. A esto, según Kurtenbach, se suma que las nuevas generaciones poco quieren saber de él y su estilo de hacer política, por lo que bien se puede concluir que "Uribe tiene los días contados”.

(er)

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