Uruguay: repensar el modelo de desarrollo
19 de marzo de 2018"Nuestro papel en la distribución internacional del trabajo no es producir vacas y nada más", asegura el líder de Frente Amplio desde 2016, que participó en Berlín en un debate entre jóvenes líderes, convocado por la Fundación Friedrich Ebert, cercana al Partido Socialdemócrata alemán.
Miranda no teme que haya un vuelco hacia la derecha en Uruguay, pese a las protestas de los llamados "autoconvocados". El país de 3,4 millones de habitantes, no seguirá los pasos de sus gigantes vecinos, Brasil y Argentina. El Frente Amplio, una coalición de fuerzas de centro-izquierda dirige el país desde 2005 y bajo su gobierno Uruguay registra un crecimiento econónomico sostenido durante los últimos 15 años. Su mayor desafío, según Miranda, no es ganar elecciones, sino plantearse ganarlas ¿para qué?
DW:¿Buscan los llamados "autoconvocados" un cambio hacia la derecha en Uruguay?
Javier Miranda: Hacen mucho ruido. Es un movimiento que tiene una base social, entre sectores descontentos de la sociedad. Han visto perder rentabilidad, sobre todo en la producción agropecuaria y hoy fogonean el descontento. Pero eso va acompañado de actores políticos no necesariamente partidarios, pero si con una idea de país que no es la idea del gobierno. Hoy en día el movimiento "autoconvocados" es un movimiento de contestación a las políticas que ha llevado adelante el Frente Amplio hasta hoy. Las políticas de distribución y redistribución de la riqueza y las políticas sociales.
¿Cuales son los planteamientos de Frente Amplio ante el desempleo juvenil, la baja participación de las mujeres....o la falta de renovación generacional en el gabinete de gobierno?
Los desafíos mayores pasan por haber gobernado el país durante 13 años. Con una corriente de reformas sobre todo en el primer período de gobierno, en materia de distribución y redistribución y acceso a bienes públicos fundamentales, como la salud, la educación, la reforma del sistema tributario, que hoy han cumplido su ciclo. En materia de agenda de derechos, seguramente el desafío mayor y una responsabilidad ética del Frente, es la participación de la mujer en puestos de dirección en la sociedad. Esto es una discusión de la lucha del poder en la sociedad que tiene que ver con una lógica de construcción del modo de producción. En donde la mujer, históricamente, ha sido la reproductora y cuidadora de esa fuerza de trabajo. Hay que cambiar la matriz cultural de la discriminación para posibilitar esa discusión.
También está el desafío de qué modelo de desarrollo busca el país....
Es un desafío central el mantener el crecimiento del Producto Interno Bruto de 3% o más, como venimos creciendo. ¿Cuál es el costo ambiental de eso? ¿Cual es el costo de nuestra inserción en los mercados internacionales? El futuro del trabajo será muy distinto a lo que hemos vivido los que tenemos 40 o 50 años. Tenemos que plantearnos si la centralidad del trabajo es la única alternativa de vida. O si habría que discutir una renta básica universal, servicios básicos universales. Además está seriamente comprometida la base ambiental del crecimiento. No sólo a escala planetaria sino local.
¿Y cuál podría ser el modelo de Uruguay?
Tenemos un enorme desarrollo en capacidad de conexión informática. Uruguay es un país en donde la fibra óptica llegó a todo el país. La principal empresa telefónica no fue privatizada, es estatal, y la fibra óptica llegó incluso a aquellos lugares en donde no hubiera sido rentable su desarrollo, según los criterios de telefónica de España o Telmex de México. No hubieran invertido en pueblos en donde no era rentable. Eso es un servicio básico social que permite que en Uruguay cada niño tenga una computadora y que internet sea muy accesible. Deberíamos invertir más pensando en un Uruguay tecnológico. Podríamos saltar la brecha tecnológica con un aliado como Alemania, por ejemplo. Nuestro papel en la distribución internacional del trabajo no es producir vacas y nada más, y la izquierda es la única que tiene la capacidad para discutir eso.
¿Cuales son los desafíos que ve Frente Amplio a nivel regional, con un presidente en Estados Unidos que amenaza con una guerra comercial?
Vivimos en un mundo muy paradójico. La principal potencia capitalista del mundo se cierra y construye muros y pregona el proteccionismo y la protección de la industria local. Y la principal potencia excomunista que es China, habla de libre mercado, y de construir una ruta de la seda. China se acerca a América Latina con mucha fuerza y una gran capacidad de inversión, con un discurso de ganar – ganar. Después de estar tanto tiempo bajo la influencia de Estados Unidos, nos asusta un poquito, porque el imperialismo ha sido un fenómeno real en nuestros países.
Además la región ha ido cambiando políticamente...
Yo no creo que haya un fin de los ciclos progresistas, si es que hubo uno. Lo que si hubo fueron experiencias nacionales muy poderosas, en Brasil, en Ecuador, en Bolivia sigue todavía. Ha habido una fuerte transformación en la distribución de la riqueza en nuestros países. Sin embargo no llegamos a tocar las estructuras profundas y eso permitió el triunfo de la derecha, en algunos casos de manera legítima, como en Argentina. Porque puede no gustarme Macri, pero ganó democráticamente. No así en Brasil, en donde Temer llegó al poder tras un golpe de Estado parlamentario, arrasando las estructuras democráticas. Estos cambios de signo de gobierno han demostrado que la transformación no tocó la base estructural. Seguimos siendo países fuertemente dependientes.
¿Cual es la postura de Frente Amplio ante Venezuela?
La deriva venezolana es altamente preocupante para toda la región. En términos de democracia política es muy cuestionable algunos posicionamientos que ha tomado la dirigencia bolivariana en la conducción del país. En el Frente Amplio tenemos diferencias sobre la visión de Venezuela. El único camino es el camino del diálogo político. Pero no condicionado por bloqueos económicos o interferencias para destruir la infraestructura del país. Sería deseable que la discusión política en términos de partidos creciera, para eso la dirección bolivariana debería tener mayor nivel de cautela y capacidad de interlocución. Y la oposición debería ser más seria. Seguimos el proceso con atención. Nos preocupa, nos duele Venezuela. Ahí se está jugando un partido importante, pero también se está jugando en Colombia tras el fin de la guerra y con el riesgo de volver a la derecha, al asesinato de dirigentes populares minando el proceso de paz. Colombia también preocupa.
Eva Usi (jov)
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