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Vacunas contra el SIDA

30 de noviembre de 2011

Las vacunas contra los virus normales no funcionan contra el SIDA. Científicos de todo el mundo continuan con sus investigaciones para conseguir la cura definitiva a este virus cambiante, letal y cada vez más extendido.

El virus contra el que las vacunas no funcionan: VIH.Imagen: picture alliance/Bildagentur-online

Podría ser tan fácil como esto: un médico toma virus inactivos de SIDA o partes de ellos, y los inyectan a los pacientes. Su sistema inmunológico se acostumbra a las sustancias extrañas, almacena información sobre sus características y se prepara así para un posible enfrentamiento con el virus de verdad. El mismo proceso funciona de maravilla con otras enfermedades virales, como la Hepatitis A, la rabia o la poliomielitis. Pero no con el VIH.

La causa es que el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es extremadamente versátil: “No tratamos con algunos virus aislados, sino con un enjambre gigante de virus en constante cambio”, explica Klaus Überla, virólogo en la Universidad Ruhr de Bochum, que investiga desde hace 15 años una vacuna contra el VIH. En otras palabras, la velocidad de adaptación del virus IH es enorme – son capaces de modificar su envoltura viral de una generación a la siguiente.

Células infectadas con el virus IH.Imagen: AP

Una cirugía facial acelerada

La envoltura viral consiste en una proteína que rodea el genoma del virus, y es por ello el objetivo de ataque para el sistema inmunológico. Pero cuando esta envoltura cambia regularmente, el sistema inmunológico ya no reconoce al virus en su siguente encuentro – es como si se hubiese cambiado la cara en poco tiempo. Y no sólo eso; el patógeno desarrolla estrategias además para evitar el sistema inmunológico. A menudo, el virus ni siquiera es percibido como enfermedad patógena – y como resultado, el sistema no lo ataca.

El ya largamente probado método de la vacuna de virus inactivos no funciona contra el VIH, y los investigadores lo saben desde hace tiempo. Reconstruyeron la envoltura del virus en un laboratorio y la probaron en sujetos pertenecientes a grupos de drogadictos que comparten jeringuillas y están, por tanto, en constante riesgo de contagio.

Los científicos les explicaron a los pacientes todo sobre el VIH y sus fuentes de contagio, y revisaron de forma regular a lo largo de los años quiénes de ellos habían contraído la enfermedad y quiénes no. El resultado: este tipo de vacuna no los protegía del contagio. “Y eso, a pesar de que los vacunados habían desarrollado anticuerpos contra el virus”, dice Überla. “Pero los anticuerpos no lograron impedir que el virus penetrara en una célula”.

La clave, en los infectados

Jürgen Rockstroh, inmunólogo y experto en SIDA de la Universidad de Bonn, opina que se debería invertir más dinero en la investigación para encontrar mejores candidatos para los estudios clínicos. “La clave son los pacientes que tienen el virus bajo control”, dice. Existen personas infectadas con VIH que son especialmente resistentes al patógeno, en los que la enfermedad no se manifiesta.

“Debemos copiar lo que consigue su sistema inmunológico”, dice Rockstroh. A mediados de este año, científicos estadounidenses descubrieron 17 nuevos anticuerpos que podían funcionar contra varias cepas del virus IH. “Este tipo de anticuerpos nos pueden ayudar a encontrar nuevas áreas en la envoltura del virus contra las que merezca la pena desarrollar vacunas”, añade Klaus Überla.

Medicina contra el VIH: allí donde más se necesita, es donde menos se la pueden costear.Imagen: picture alliance/dpa

Un rayo de esperanza

A pesar los fracasos, los investigadores del VIH encontraron un nuevo rayo de esperanza hace dos años: científicos tailandeses experimentaron con dos vacunas combinadas. Con ello, lograron reducir el riesgo de contagio con el virus IH hasta un 30%. Y aunque no suena a mucho, “al menos se han visto, por fin, resultados”, dice Rockstroh. Los científicos intentan ahora descubrir por qué y gracias a qué mecanismos lograron estas vacunas proteger a los pacientes contra el VIH – y seguir mejorando la estrategia.

No obstante, a pesar de este pequeño avance, “seguimos estando al comienzo del desarrollo de vacunas”, afirma Jürgen Rockstroh. “No podemos confiarnos en la esperanza de una vacuna, ya que podría tardar 100 años en ser descubierta”, agrega. Según el inmunólogo, se debe seguir investigando asimismo otras alternativas, como los biocidas: sustancias químicas que desactivan los virus y que podría utilizarse como una especie de gel vaginal.

Otra posibilidad sería aportar a los infectados de SIDA un más rápido acceso a medicamentos antivirales para permitirles mantener la enfermedad bajo control y evitar la expansión de los virus. “El quedarnos de brazos cruzados es lo peor que podemos hacer”, declara Rockstroh.

Autora: Brigitte Osterath / Lydia Aranda Barandiain
Editor: Enrique López

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