"Has venido de lejos y nos has conquistado con tu sencillez", se podía leer en uno de los carteles desplegados por los fieles en la Plaza de San Pedro, donde decenas de líderes mundiales y una multitud procedente de los cinco continentes se congregaron para celebrar la inauguración del pontificado del primer Papa latinoamericano de la historia.

Antes de la misa, Francisco se dio un baño de multitudes al recorrer la Plaza de San Pedro en un jeep descapotable, saludando, sonriendo y besando a niños y a un discapacitado, para quien hizo parar el coche y se bajó a medio trayecto.

El Papa Francisco recibió este 19 de marzo de 2013 las insignias del poder pontificio: el anillo del Pescador y el palio, una estola blanca con tres cruces rojas que representa al Buen Pastor y que ya fue usada por su predecesor Benedicto XVI.

Buenos Aires vivió una fiesta de fe en la madrugada, durante la vigilia y la misa de inicio del pontificado de Francisco, seguida en vivo por decenas de miles de personas en la histórica Plaza de Mayo y frente a la Catedral Metropolitana. "Es nuestro Papa", corearon los porteños, que despidieron a su arzobispo Jorge Bergoglio y celebraron la llegada del primer Papa argentino y latinoamericano.

Dirigiéndose a unas 200.000 personas y a muchos líderes extranjeros reunidos bajo un sol radiante en la Plaza de San Pedro, el Papa argentino subrayó su mensaje constante desde que fue elegido en un cónclave secreto de cardenales el pasado 13 de marzo, que la misión de la Iglesia es defender a los pobres y desamparados.

A la misa asistieron líderes judíos, musulmanes y de otras confesiones cristianas, entre otros el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomeo I, con quien Francisco se fundió en un abrazo a la hora del saludo de la paz durante la misa. Es la primera vez desde el gran cisma de 1054 que el patriarca ortodoxo participa en la entronización de un Papa en Roma.

Tras años de tensiones con el hasta ahora líder católico de Argentina, la presidenta de ese país, Cristina Fernández, se convirtió en la más agasajada por el Vaticano en estos días: la primera jefe de Estado recibida por el nuevo Papa ocupó este martes un puesto en primera fila durante la misa. Además, fue la primera jefe de Estado y de gobierno a la que saludó Francisco tras la ceremonia.

Entre los asistentes latinoamericanos se hallaban también los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff (der.); de México, Enrique Peña Nieto; de Chile, Sebastián Piñera (izq.); de Ecuador, Rafael Correa; de Costa Rica, Laura Chinchilla; así como ministros de Colombia y Perú. En cuatro meses, Rousseff recibirá a Francisco en Brasil durante la Jornada Mundial para la Juventud de Río de Janeiro.

Más de 130 países estuvieron presentes en el Vaticano a través de sus mandatarios o delegaciones en la inauguración del papado de Francisco. "Fue muy emocionante, (...) su homilía muy directa a la gente, en un lenguaje comprensible y sencillo", se entusiasmó la canciller alemana, Angela Merkel, hija de un pastor protestante.

Entre los presentes estaban también el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy (der. fondo), y los príncipes Felipe y Letizia (centro); los príncipes Guillermo (izq.) y Máxima de Holanda; así como el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden.

El saludo personal de Francisco a las delegaciones extranjeras después de la misa incluyó al presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe. El mandatario africano tiene prohibido viajar a la Unión Europea desde 2002, bajo acusaciones de manipulación de votos y violaciones de los derechos humanos. Pero el Vaticano no es parte del bloque europeo, lo que permitió a Mugabe asistir a la ceremonia.

Francisco hereda una Iglesia salpicada por escándalos de abusos sexuales pederastas y filtración de documentos confidenciales que muestran corrupción y rivalidad entre cardenales de la Curia. Doctrinariamente conservador como Benedicto XVI, su tono humilde y su énfasis en los pobres marcan diferencias respecto a su predecesor y alimentan expectativas de cambio en católicos y no católicos.