Paolo Gabriele, el acusado, pasó de ayudar a vestir a Benedicto XVI al banquillo de los acusados. ¿Hay algo más detrás de ésto?

Por lo general, el juzgado del Vaticano se ocupa de pequeños robos de carteras a alguno de los 18 millones de turistas que visitan, cada año, la Ciudad del Vaticano. Pero esta vez todo es diferente: cientos de periodistas de todo el mundo esperaban este 29 de septiembre los detalles de las declaraciones del acusado principal y otro involucrado en el caso que ha dado por llamarse “Vatileaks”, por las “filtraciones” de información que Gabriele habría dado a la prensa.

Aparte de traición, al ex mayordomo papal se le acusa de robo de documentos de uso privado del Pontífice y de hurto de un cheque de 100.000 euros. Las pesquisas anteriores al proceso fueron realizadas por tres cardenales que fungieron como “comisarios aficionados” en busca de los motivos y a la caza de otras personas involucradas, incluso, a la búsqueda de una posible conspiración. Los resultados de la investigación son mantenidos en secreto, como casi todo en el Vaticano.

¿Quién esconde qué y por qué en el Vaticano?

La razón para filtrar información, según Gabriele en una entrevista al canal de televisión La7, fue su “ira contra las personas en el Vaticano que impiden la construcción de una Iglesia más justa, como la quiere el Papa”. Gabriele dijo además, que “es un error que la Iglesia edifique sobre estructuras que minan la fe”, calificando el Estado católico de “El reino de la hipocresía”.

Si hay tanta hipocresía, ¿quiénes entregaron a Gabriele los documentos que filtró a la prensa? En las actas aparecen tres personas cuyas identidades han sido tachadas y reemplazadas con las letras  X, Y y Z.

Sea como sea, el aparato judicial vaticano no llena los requisitos de un Estado moderno, puesto que no existe una rama judicial independiente. El Papa es, a la vez, el jefe del ejecutivo, del legislativo y de la jurisprudencia. El Vaticano es, en realidad una monarquía en la que el Papa tiene todos los poderes como en ninguno otro Estado occidental.

Mafia, secuestro y asesinato en casa del Pontifex Maximus

En el proceso, un empleado del Papa funge como fiscal y la defensa está a cargo de una abogada italiana. Aunque el proceso es público, están prohibidas todas las grabaciones. Si el fallo se dicta en contra de Gabriele, el otrora “paje personal” del Papa tendría que pagar unos 4 años de cárcel.

En este proceso es mucho lo que está en juego para el Vaticano. Gabriele mismo se refirió a “un muro de silencio” levantado sobre los verdaderos hechos en torno al asesinato del comandante de la Guardia Suiza y su esposa en 1998 y el supuesto suicidio del homicida. Pero hay mucho más por esclarecer en el Vaticano. El secuestro y desaparición de la joven Emanuela Orlandi, de 15 años, en 1983, por ejemplo. Y las conexiones del banco del Estado católico con la mafia italiana.

Por lo pronto, la agencia de noticias del Vaticano cita un supuesto informe psiquiátrico sobre Paolo Gabriele que le diagnostica una “identidad inestable y complejo de persecución”.

Autor: Bernd Riegert / José Ospina-Valencia

Editora: Rosa Muñoz Lima