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Venezuela, la "patata caliente" de Pedro Sánchez en España

Enrique Anarte
11 de enero de 2020

Las simpatías hacia el chavismo de los socios de gobierno del recién estrenado mandatario español podrían pasarle factura en un contexto de frágil equilibrio político.

Spanien Madrid | Pedro Sanchez während Debatte im Parlament
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno españolImagen: Getty Images/AFP/P.-P. Marcou

En el ya extinto Grand Prix, uno de los concursos más populares de la historia de la televisión española, había una prueba llamada la "patata caliente”. Los participantes tenían que responder a las preguntas del presentador mientras el globo con forma de tubérculo se iba hinchando. El objetivo era que le estallase al oponente. Era una de las pruebas favoritas del público.

La política española también tiene sus patatas calientes. Al día siguiente de ser investido Pedro Sánchez presidente del Gobierno de España, la oposición del Partido Popular (derecha) y Ciudadanos (liberalconservadores) exigían ya que compareciese ante el Parlamento para hablar de Venezuela. El flamante mandatario aún no había tenido tiempo siquiera de nombrar ministro de Exteriores. La patata caliente venezolana empezaba a inflarse en España.

Que la cuestión venezolana tenga tanta resonancia política en España tiene que ver, en parte, con el deterioro de la coyuntura que atraviesa el país caribeño, tras el intento de Luis Parra de arrebatar a Juan Guaidó el liderazgo de la Asamblea Nacional, mientras el régimen de Nicolás Maduro continúa aferrado al poder y, entre una cosa y otra, la crisis económica y humanitaria no hace más que agravarse. Lo que también es verdad, no obstante, es que cuando en España se habla de Venezuela a menudo se está hablando de Podemos.

El partido izquierdista -de izquierda radical para algunos- ha logrado su objetivo de sentarse en el Gobierno con los socialdemócratas del PSOE. Una situación insólita en España, que no ha tenido un Gobierno de coalición desde 1936, antes de la Guerra Civil, y que solo ahora echa a andar por un sendero con mucho más recorrido en países como Alemania.

Varios de los que son ahora líderes de Podemos trabajaron en su momento para Hugo Chávez como asesores. Cuando el partido nació en 2014, Venezuela se convirtió en uno de los grandes debates nacionales españoles, a raíz del vínculo de Pablo Iglesias y los suyos con el chavismo. "Incluso se especuló sobre la presencia de dinero venezolano en ese partido, algo que no se ha podido demostrar”, recuerda Manuel Alcántara, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Salamanca. "Sí que se ha podido demostrar que estas personas cobraron un dinero por asesorías y demás, que podía aproximarse al delito fiscal, pero esto se subsanó en su momento y tampoco ha habido ninguna otra anomalía por esa parte”, dice el académico a DW.

La entrada de la formación izquierdista en la ecuación gubernamental abre un "frente” que la oposición va explotar tanto como pueda, cree el politólogo, coautor de Los orígenes latinoamericanos de Podemos, una obra que explora la genealogía ideológica del partido en el continente latinoamericano. "La derecha lo tiene muy fácil para atacar a Podemos”, explica Alcántara, "y ahora que Podemos está en el Gobierno, el ataque es también contra todo el Ejecutivo de Sánchez”.

Este mismo sábado 11 de enero,  el grupo parlamentario del PP ha pedido al Gobierno que respalde a Guaidó  -reconocido como presidente encargado por casi 60 países, entre ellos Alemania y España- y que lidere en la Unión Europea la defensa de elecciones democráticas en ese país.

Si bien muchos miembros de Podemos han expresado anteriormente sus simpatías hacia el chavismo, la política exterior del PSOE se ha mantenido crítica con Maduro. El anterior ministro de Exteriores español, Josep Borrell, ahora al frente de la diplomacia europea, amenazó hace dos días con sanciones para las personas implicadas en la elección "ilegítima” de Parra al frente de la AN. Su sustituta a cargo del Ministerio, Arancha González Laya, asumirá el cargo el próximo lunes 13. Será entonces cuando pueda poner en marcha la maquinaria diplomática en una dirección u otra.

Juntos en el Gobierno, pero cada uno a lo suyo

Alcántara, también profesor en el Instituto de Iberoamérica, está convencido de que en cualquier caso "la política exterior estará bastante alejada de la influencia de Podemos”. Al menos una razón es objetiva y de peso: parte del pacto de coalición es que los partidos se abstendrán de comentar sobre las áreas responsabilidad de sus socios. Y el PSOE se ha reservado esta rama del Gobierno. Sin embargo, el investigador también considera que "Podemos tiene que ser sumamente realista de que no le vale la pena jugársela en esa dirección”. Por sensatez o por interés, su apuesta es que se mantendrán al margen.

Entrevistado por DW, el secretario de Relaciones Internacionales de los socialistas, Hector Gómez declaró sentir "tristeza” por cómo "la situación de Venezuela se instrumentaliza por parte de partidos de la derecha para erosionar al Gobierno y al PSOE”. En su opinión, el Partido Socialista "siempre ha sido claro y ha llamado a las cosas por su nombre en lo que se refiere a Venezuela u otros regímenes autoritarios como el de Nicaragua”.

En efecto, como responsable de Exteriores y posteriormente ministro en funciones, Borrell fue taxativo en la condena de la situación venezolana y su apoyo a Guaidó, si bien mantuvo siempre la puerta abierta para alguna posibilidad de diálogo.

Borrell ha apoyado firmemente a Guaidó tanto al frente de la diplomacia española como ahora en el cargo de alto representante de la UE para Asuntos ExterioresImagen: picture-alliance/Zumapress/N. Landemar

Por su parte, Ramón López, diputado de la Asamblea Nacional por el partido Primero Justicia que pidió asilo en España, agradece el apoyo de PP y Ciudadanos a la causa de la oposición venezolana, pero confía en "la historia y trayectoria democráticas del PSOE” y llama a hacer bandera común. Aunque le preocupa Podemos, "no es bueno que el caso de Venezuela sea motivo de un debate de política interna española”, dice a DW. "Nosotros pensamos que debería ser una posición de Estado”.

La nueva jefa de la diplomacia española, y Sánchez como renovado presidente del Gobierno, se encontrarán a partir de la semana que viene con un la tarea pendiente de fijar una posición española capaz de servir de referencia los esfuerzos diplomáticos del bloque europeo en la crisis venezolana. Pero, además, el nuevo Ejecutivo en Madrid tendrá que jugar bien sus cartas para que Venezuela y sus ecos políticos al otro lado del Atlántico no se conviertan en un factor capaz de dinamitar el frágil equilibrio político que sostiene a esta abanderada "coalición progresista”.

Para bien o para mal, Venezuela seguirá muy viva en la actualidad política española, subraya el profesor Alcántara: "va a ser una brecha abierta toda la legislatura”. Está en manos de Pedro Sánchez el lograr que la patata caliente no estalle, o al menos que no lo haga en sus manos.

(jov)

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