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Venezuela: La trampa del diálogo

Johan Ramírez
17 de septiembre de 2019

El supuesto acuerdo que el régimen de Caracas ha firmado con “factores de la oposición” venezolana, no es sino una vil trampa para la comunidad internacional y para la prensa del mundo, opina Johan Ramírez.

Venezuela Caracas | Nicolas Maduro
Imagen: Getty Images/M. Delacroix

 Algo que en Europa no se ha entendido todavía es que el régimen de Maduro siempre miente. Esto no es una exageración. De modo que al anunciar ahora el inicio de negociaciones con partidos de oposición, vuelve a mentir. Pero lo grave no es eso, sino que Europa vuelve a morder el anzuelo.

Ya lo hicieron a principios de este año, cuando se desató esta nueva crisis en Venezuela. Ante la coyuntura de enero, la Comunidad Europea anunció la creación de un llamado "Grupo internacional de contacto”. Una de sus primeras declaraciones me desconcertó, pues mostraba hasta qué punto no se entendía la urgencia de una transición política en Caracas. En aquel momento la instancia se dio un plazo de tres meses para lograr resultados que pusieran fin a la crisis. ¡Tres meses! Negociar toma tiempo en política, esa es una verdad absoluta. Pero el régimen de Maduro no negocia. Sólo dilata, porque ha aprendido que el tiempo desgasta a todos los actores, incluyéndose a sí mismo. La diferencia es que los demócratas renuncian, mientras los dictadores resisten.

Europa volvió a caer en la trampa de las negociaciones en Noruega y luego en Barbados. En Venezuela todos sabían que ese mecanismo solo servía para darle aliento al régimen, tal como sucedió con los diálogos en República Dominicana en 2017. Cada vez que el régimen se ve acorralado, recurre al diálogo como tabla de salvación. Y cada vez, sin falta, le ha funcionado. Lo que tal vez en Europa no recuerdan es que Venezuela ha vivido tantos procesos de diálogo que este, como herramienta política, se agotó.

Johan Ramírez.Imagen: DW

Ya citamos las negociaciones de República Dominicana en 2017; en 2016, cuando se frustró el intento de referendo revocatorio contra Nicolás Maduro, varios países formaron un grupo de "mediación internacional” que no sirvió para nada; en 2014, en medio de una ola de violentas protestas, se instaló la llamada "Conferencia Nacional por la Paz”. Y la práctica del falso diálogo no es nueva: el país ha visto diálogos desde 2002, cuando el fallecido Hugo Chávez enfrentó su primera gran crisis política. El resultado ha sido siempre el mismo: la oposición sale desgastada, el régimen se mantiene en el poder, y la comunidad internacional hace de nuevo llamados al diálogo, y así el perro vuelva a morderse la cola.

Este nuevo pacto es un absurdo. En Europa no lo saben, pero los opositores que lo han firmado son "camaleones” que han cambiado de bando una y otra vez, que apoyaron a Hugo Chávez en su momento, y que desde entonces no han cesado de pasearse entre el oficialismo y la oposición buscando beneficios personales. Se trata de personajes que no gozan de ninguna credibilidad puertas adentro, y que no representan a la oposición pues a duras penas pueden representarse a sí mismos.

Pero puertas afuera, la señora Mogherini volvió a hacer votos por una salida negociada, mientras la prensa ya le da grandes titulares al asunto. Volverán a caer en la trampa, porque siguen sin entender que en Venezuela este tema es tan menor como los partidos firmantes, porque siguen sin entender que la dictadura no negocia, porque no saben que Maduro siempre miente, y entonces olvidan que lo que sí merece primeras páginas es el drama de la emergencia humanitaria.

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