Vicepresidente de la AN venezolana, en huelga de hambre
18 de julio de 2019
Édgar Zambrano, detenido a inicios de mayo de 2019 bajo acusaciones de apoyar un fallido levantamiento militar contra el Gobierno de Nicolás Maduro, se encuentra en huelga de hambre desde hace nueve días.
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"El diputado por el estado Lara, Édgar Zambrano, se encuentra en huelga de hambre desde hace nueve días y, pues obviamente con una huelga de hambre de varios días, ha tenido que empezar a recibir hidratación", dijo este jueves (18.07.2019) a periodistas la parlamentaria Delsa Solórzano, acompañada de otros legisladores. Según la diputada, que forma parte de la comisión de política exterior del Legislativo, Zambrano exige a las autoridades judiciales "la liberación inmediata" de cuatro de sus colaboradores, así como acceso a sus abogados y visitas familiares.
"Hoy Édgar Zambrano está en huelga de hambre, tememos por su vida, por su seguridad física, por su salud, y reiteramos nuestra exigencia de libertad inmediata para el diputado Zambrano, así como el cumplimiento inmediato de las peticiones que este está haciendo", añadió Solórzano al recordar que el opositor "no es un jovencito" y padece hipertensión. "Comprendemos la medida", dijo, aunque aclaró que la considera "bastante drástica". Explicó que el Parlamento, que controla la oposición, informará "ya mismo" del caso a la oficina de la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, así como a otros organismos multilaterales.
Zambrano fue detenido junto a sus colaboradores luego de ser acusado de apoyar el fallido levantamiento militar que lideró el jefe del Parlamento, Juan Guaidó, el pasado 30 de abril, y que el Gobierno de Maduro controló en pocas horas y sin bajas. Un día después, se suscitaron protestas en varias ciudades del país en apoyo al levantamiento y en rechazo a Maduro, y se saldaron con al menos cinco fallecidos, cientos de heridos y al menos 200 detenciones.
MS (efe/el-nacional)
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Los venezolanos encuentran refugio y solidaridad en Colombia
Maicao es famosa por su tráfico de drogas y personas, violencia y explotación sexual. Los refugiados venezolanos que viven allí son un blanco fácil. Pero un centro de recepción dirigido por ACNUR ofrece una salida.
Imagen: DW/Eline van Nes
Esperar en fila por comida
Los migrantes venezolanos hacen fila para verificar su número de registro y otros detalles antes de recibir su almuerzo. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU sirve comida tres veces al día.
Imagen: DW/Eline van Nes
Un techo en circunstancias difíciles
Filas de carpas provistas por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se extienden para los venezolanos migrantes en el centro de recepción en Maicao y brindan la mayor comodidad posible en estas circunstancias.
Imagen: DW/Eline van Nes
Buscar una salida
El centro de recepción recientemente inaugurado en Maicao, en la región de La Guajira, una colaboración entre ACNUR y las autoridades colombianas, es el primero de su tipo en Colombia. Las agencias gubernamentales locales y nacionales solicitaron ayuda a ACNUR debido al constante flujo de migrantes y refugiados venezolanos que cruzan la frontera hacia Maicao.
Imagen: DW/Eline van Nes
Sin un propósito y con la salud amenazada
Domingo Fernández, un experiodista y profesor de 72 años, solía escuchar sobre los refugiados y verlos en las noticias, pero nunca pensó que terminaría en un refugio también. Habiendo trabajado la mayor parte de su vida, ahora se siente inútil. Cada mañana se levanta, espera su desayuno y riega el área cerca de la entrada de su tienda de campaña porque el polvo está afectando sus pulmones y ojos.
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Esperando una vida mejor
Rusmari Luna trajo un brazalete de Venezuela que su madre le hizo para el viaje. Tuvo que irse con sus hijos porque ya no podía mantenerlos. Ella cuenta que algunas personas en Venezuela entregan sus hijos a otras familias, otras los abandonan en las calles. También dice que encontraba esas historias difíciles de creer, pero ahora entiende lo desesperadas que están algunas de esas personas.
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Soñar con casa
Rosmery Castillo dejó Venezuela hace un mes con dos de sus hijos y dejó un tercero con su hermano. Era enfermera en Valencia, pero la alta inflación desaparecía su salario mínimo y la dejaba sin casi nada para comprar comida. Ella planea regresar a Venezuela tan pronto como la situación mejore para estar con su madre y su abuela, a quienes tuvo que dejar atrás.
Imagen: DW/Eline van Nes
Compartir el techo y la voluntad de sobrevivir
Rosmery Castillo (34, izquierda) y Vanesa Añez (19) no se conocían cuando ambas llegaron al centro de recepción de ACNUR al mismo tiempo. Ahora comparten una carpa.
Imagen: DW/Eline van Nes
Una mano amiga
Una clínica de la Cruz Roja Colombiana en el centro de recepción atiende los problemas de salud que pueden sufrir los migrantes y refugiados, como los problemas pulmonares causados por el polvo del desierto de La Guajira.
Imagen: DW/Eline van Nes
Solidaridad y entendimiento
La xenofobia siempre está acechando en el fondo, pero La Guajira tiene una conexión histórica con la ciudad venezolana de Maracaibo. Muchas personas de La Guajira se mudaron a Venezuela durante el conflicto colombiano de las FARC. Hay solidaridad entre personas de ambos lados. También hay muchos desplazados internos en Colombia, que entienden cómo es para los venezolanos estar en esta situación.
Imagen: DW/Eline van Nes
Tomar la ruta legal
El cruce oficial entre Colombia y Venezuela está marcado por algunas vallas y soldados haciendo guardia. Hay una forma oficial de cruzar entre Colombia y Venezuela, pero también unos 150 atajos ilegales, muchos de los cuales terminan justo en frente del cruce oficial.