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Victoria de Lugo en Paraguay: “gran voluntad de cambio”

Mirra Banchón21 de abril de 2008

Fernando Lugo, el “obispo de los pobres”, ha ganado las elecciones en Paraguay. DW-WORLD conversó al respecto con Barbara Potthast, catedrática de Historia Latinoamericana de la Universidad de Colonia.

Fernando Lugo, "el obispo de los pobres", celebra la victoriaImagen: AP

En las elecciones en Paraguay, el APC de Fernando Lugo ha vencido al Partido Colorado. ¿Cómo pudo éste permanecer más de 60 años en el poder?

El Partido Colorado está íntimamente relacionado con la dictadura de Stroessner. Si bien el partido en sí es más antiguo, él lo convirtió en partido gubernamental y se volvió una institución que está presente en cada pueblo, y que los paraguayos identifican con patria.

Los colorados supieron poner a los campesinos de su lado, y por muchos años el gobierno de Stroessner fue apoyado por los campesinos. Esto es algo que ha cambiado mucho en los últimos años.

La población campesina apoya ahora la coalición de Fernando Lugo…

No todos, pero buena parte de los que apoyaban a los colorados se han pasado al frente de Lugo. Esto, con seguridad, ha aportado a su victoria, para la cual ha sido decisivo que la tijera en Paraguay, como en otros países también, se ha abierto mucho en los últimos tiempos; que las grandes empresas agropecuarias le están haciendo la vida imposible a los pequeños agricultores y que éstos ya no se sienten representados por los colorados. También se debe a que Lugo logró unificar al fin a la oposición. En todas las anteriores elecciones se planteó siempre el problema de que nunca pudieron ponerse de acuerdo en un candidato.

Los partidarios de APC, celebrando una victoria históricaImagen: AP

¿Cree usted que los paraguayos se decidieron por el “obispo de los pobres” o en contra del Partido Colorado?

Estoy tentada a decir que ambas cosas. Quizá pesó más la decisión en contra de los colorados. Muchos ya no se sienten representados por él, la corrupción ha corroído el país entero. Las fracciones internas del partido llevaron a muchos paraguayos a sentir que había llegado el tiempo de cambiar.

Después de 60 años en el poder las estructuras políticas y sociales se han anquilosado. ¿Tiene el programa de la Alianza Patriótica para el Cambio probabilidades reales de éxito?

Eso ya los veremos. Un problema real es que el Partido Colorado es un gran empleador. Todo el sistema estatal está poblado por miembros del partido, pues todos los funcionarios han tenido que ser miembros. Aquí se requerirá mucha sensibilidad y en parte mucha confrontación para cambiar algo. Es difícil dar un pronóstico, pero lo cierto es que existe la voluntad de cambio. Hasta ahora no puedo ver concretamente cómo funcionará, pero Lugo no apuesta por la confrontación.

“Los criterios formales de una democracia se cumplen en Paraguay”, dice un estudio de la Fundación Konrad Adenuaer, “sin embargo, la democracia es deficitaria”. ¿Dónde ve usted los déficits del sistema político paraguayo?

Por un lado en la estructura clientelar del partido, pero también en la población. Falta formación política y la conciencia de cómo funcionan las estructuras democráticas. También los programas de los partidos no se diferencian mucho los unos de los otros, y esto es un obstáculo para un debate democrático. La carencia de tradición democrática –y no sólo desde hace 60 años- es una dificultad adicional en el Paraguay.

El tan mentado giro a la izquierda en América Latina se consolida con la victoria de Fernando Lugo, opinan en la prensa. Sin embargo, en realidad, en el espectro político ¿están Lugo y su programa tan distantes del Partido Colorado?

Creo que ese giro a la izquierda no es tal a los ojos de los analistas serios del acontecer político de América Latina. Lo que sucede allí no se puede analizar en los esquemas tradicionales de izquierda-derecha. Hay muchos otros factores determinantes. El componente étnico en Boliva y Ecuador, por ejemplo. En Paraguay este cambio se sustenta mucho en la confrontación del pequeño agricultor contra la gran agroindustria . El programa de Lugo no se diferencia mucho del de los colorados; es bastante vago. Los cambios que logre, en mi opinión, no serán sustanciales. La oposición y las estructuras militares serán demasiado fuertes. Pero hay que fijarse en cómo plasmará su retórica en programas concretos. Muy diferente de lo que hubieran hecho los colorados no creo que sea, sin embargo, lo hará de otra manera, con un estilo político diferente.

Es decir, ¿sí logrará imponerse a las estructuras coloradas?

No queda más que esperarlo. Por otro lado, ¿cuál sería la alternativa? Una guerra civil o un golpe militar no es de temerse ahora en Paraguay. Para ello las estructuras democráticas sí son demasiado sólidas. Además Paraguay se encuentra muy imbuido en los procesos democráticos de los otros países vecinos. Es decir, la probabilidad de éxito existe, si se concretiza luego, es otra cuestión.

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