Viejos miedos, nuevo orgullo
12 de febrero de 2007
Rémoras de otra época
DER STANDARD, de Viena: “Si bien el temor manifestado por algunos participantes en la conferencia de que quizás nos espere una nueva edición de la Guerra Fría es muy exagerado, las fuertes escaramuzas de Múnich fueron un indicio de que en la relación entre Rusia y Occidente las cosas no van tan bien como quisiera la comunidad internacional.
La demostrativa unidad que reinó inmediatamente después del 11-S bajo el título de lucha conjunta contra el terror veló el hecho de que no todos los problemas del mundo se llaman Al Qaeda. El discurso de Putin dejó en todo caso claro que en el pensamiento del presidente ruso aún quedan muchos rémoras de la época en que el mundo estaba prisionero de un precario “equilibrio del miedo”.
Extremadamente agresivo
KOMMERSANT, de Moscú: “El discurso del presidente ruso fue extremadamente agresivo en relación con los EE. UU. y la OTAN. Pareció que a Vlamidir Putin sólo le faltó el famoso zapato, con el que en su momento Nikita Jrushchov golpeó sobre la mesa en las Naciones Unidas. Putin parece haberse preparado toda su vida política para este discurso (...) Desde hace tiempo había querido decir tan claramente qué piensa sobre la relación con Occidente. Hemos sido testigos del “Discurso muniqués de Vladimir Putin”. (...) Al final del discurso pareció que entre Putin y quienes lo escuchaban descendía una cortina. Fue una cortina de hierro.”
Dirigida a un público ruso
NEUE ZÜRCHER ZEITUNG, de Suiza: “La andanada verbal de Putin, que leyendo todo el discurso revela ser menos agitadora de lo que parece a primera vista, estuvo dirigida en primer lugar a un público ruso. El nacionalismo es popular en Rusia y pronto habrá elecciones. De la guerra en Chechenia, a la que Putin agradece su ascenso, poco se oye. Ahora necesita otro impulso. (...)
Pero por ello no se desencadenará la Tercera Guerra Mundial. Con ello amenazaron a la OTAN rusos antes de Putin. Y ni siquiera se llegará a una Guerra Fría. Tampoco Putin quiere frenar el auge económico de Rusia, pues con el crecimiento se relaciona la multiplicación del poder político. Todo ello es una perspectiva a largo plazo y para lograrlo necesita a Occidente.”
Iracundo discurso
FRANKFURTER RUNDSCHAU, de Alemania: “En el iracundo discurso de Putin se mezclaron viejos temores de amenazas y miedos de aislamiento con un nuevo orgullo derivado de los negocios con las fuentes energéticas. Es una mezcla peligrosa. Lo mismo que en EE. UU. la combinación del fracaso militar con la inseguridad en la política mundial. Más allá del recurso rústico a la retórica del conflicto ya casi olvidada, en la argumentación de Putin es cierto por lo menos que: en la desproporcionada apelación a la propia misión contra el terror, los EE. UU. de Bush olvidaron tomar consideraciones. Pero desde hace tiempo, en el mundo o avanzamos juntos o no avanzamos.”
La impresión de vivir en un imperio
RZECZPOSPOLITA, de Polonia: "Putin sabe muy bien que muchos rusos aceptarán su miserable situación material en tanto –como en la antigua Unión Soviética– tengan la impresión de vivir en un imperio. Descalzos, pero con un jefe de Estado que está en condiciones de lanzar bravatas. Sólo así puede Rusia luchar contra la creciente americanización.”