Vilma Vargas combina el humor con el dibujo. Muy resuelta asegura: "No dibujo para nadie. Dibujo para mí misma". Cuando algo en la sociedad le provoca frustración, indignación o ira, siente necesidad de denunciarlo, pero no con palabras, sino dibujando. Una especie de catarsis. Está convencida de que la caricatura, despierta el sentido de la crítica en la sociedad y contribuye así a que la gente piense de otra manera. Siendo adolescente comenzó a cuestionar su realidad y su condición como mujer. Y a partir de allí fue formando su idea del mundo. Tomó conciencia de la importancia de la política sobre los asuntos relacionados con ser mujer. Por medio de sus caricaturas denuncia la pederastia, el machismo, la corrupción, la xenofobia y la hipocresía de la sociedad, por ejemplo, ante los abusos en la iglesia, y el drama de las madres niñas. La reconocida caricaturista ecuatoriana recibió al equipo de Fuerza Latina en su casa, en Cuenca, a unos 430 kilómetros al sur de Quito.