El proyecto del presidente mexicano de crear una Guardia Nacional para combatir la violencia despierta críticas entre organismos de derechos humanos. También expertos consultados por DW manifiestan escepticismo.
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En México, 2017 fue un año negro, con más de 31 mil homicidios, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía. 2018 fue aún más violento. La cifra que maneja la prensa supera los 33 mil. Lógico parece que, para el nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, tenga prioridad el restablecimiento de la seguridad. Más llama la atención que apueste a la misma estrategia que sus antecesores, en vista de su evidente fracaso.
"La propuesta de López Obrador era de cambio. Pero ahora parece más bien de continuidad, en la tradición de los gobiernos de Calderón y Peña Nieto. Y, además, con una Guardia Nacional de carácter militarizado”, indica Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política, con sede en Berlín, en entrevista con DW.
La Guardia Nacional, en funciones desde comienzos de diciembre de 2018, ha sido la propuesta más polémica del Gobierno. Expertos de la ONU en Derechos Humanos advirtieron en un comunicado que el organismo "daría carácter permanente a un esquema de seguridad pública militarizado”, y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México destacó que el proyecto no garantiza que se podrá "terminar con la impunidad”.
Paradójica propuesta
Pero, sobre todo, hay dudas de que ayude a cumplir el objetivo de frenar la violencia en México. "Creo que uno de los puntos que comparten todos los organismos de Derechos Humanos en su diagnóstico sobre la crisis de violencia en el país, es que el Ejército nunca fue parte de la solución, y desde el inicio fue parte del problema”, señala a DW Anne Huffschmid, investigadora de la Universidad Libre de Berlín. Apunta que la militarización del combate a las drogas fue lo que llevó a la escalada. "Justamente partiendo de ese diagnóstico, resulta bastante paradójico –según la percepción de prácticamente todos los expertos que llevan trabajando estos nexos entre Ejército, crimen organizado y violencia desde hace mucho tiempo-, que delegar la responsabilidad por la seguridad pública interna al Ejército pueda contribuir a bajar los índices de violencia”, subraya la especialista en México. En este contexto, resalta que incluso diputados del partido que llevó a López Obrador a la presidencia se están distanciando del proyecto de la Guardia Nacional.
Para Günther Maihold, "esta propuesta es muy limitada porque no está realmente a la altura de las exigencias que plantea la realidad del país”. A su juicio, se requieren políticas que van más allá de la represión y la militarización. Por lo demás, considera ineficaz el concepto de una Guardia Nacional si no está "acompañado de un planteamiento de modernización de cambio en las diferentes agrupaciones policiacas del país”.
Confianza y control democrático
Sin medidas de esa naturaleza, será difícil impedir que vicios como la corrupción vuelvan a enquistarse en la nueva estructura, aunque uno de los propósitos que alientan la propuesta de Lopez Obrador sea probablemente liberarse de ese lastre. "En materia de confianza, los militares están muy por delante de la Policía y otros órganos de esa índole” en las encuestas, hace notar Maihold, conjeturando que esa puede haber sido la base de la iniciativa del presidente.
La violencia delictual y el crimen organizado no solo constituye un reto para México. Y este tampoco es el único país donde se mira hacia las Fuerzas Armadas buscando una salida. "Los militares están de vuelta en muchas funciones", afirma Maihold. Y reconoce que, en ese sentido se ha roto un tabú en la región, pero subraya que "lo esencial es siempre que haya un control democrático de las Fuerzas Armadas”.
(CP)
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Frontera México - EE. UU.: un estado de emergencia diferente
Trump declaró una “emergencia nacional”, porque, según él, los refugiados provenientes de México son “un peligro para la seguridad de los estadounidenses”. Pero quienes viven la tragedia son los mismos refugiados.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
El río grande y salvaje
Migrantes de América Latina, el Caribe, África y Asia buscan cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Muchos lo intentan por vía fluvial. Los mexicanos lo llaman Río Bravo, los estadounidenses Río Grande. Un río difícil de cruzar. José Martínez, de Honduras, y su hijo Ariel, de dos años, esperan ser rescatados por los guardias fronterizos de Estados Unidos.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Cruzar, ¿pero cómo?
Unos 1.700 inmigrantes que partieron en la caravana de Honduras semanas o meses atrás llegaron a la frontera durante la primera semana de febrero de 2019. Quieren ir de Piedras Negras, en México, a Eagle Pass, en Texas, Estados Unidos. Tres puentes grandes conectan las dos ciudades, pero para los refugiados sin visa, solo queda el peligroso camino a través del río.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Cesar Aguilar
A veces hay que desistir
Estos migrantes tuvieron que rendirse antes de llegar a la costa deseada de Estados Unidos. El Grupo Beta, una organización mexicana socorre a los refugiados, los ayuda a regresar al lado mexicano, cerca de Piedras Negras.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Cuando la muerte trunca los sueños
Algunas personas que no logran cruzar el río no regresan para ponerse a salvo en la rivera mexicana. La Patrulla y la Policía Fronterizas se acercan a un hombre que se ahogó en el Río Bravo.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Los guardias también salvan vidas
La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos también rescata a refugiados, a veces a familias enteras que buscan traspasar la frontera fluvial. Estas son las personas que Donald Trump dice que llevarían a Estados Unidos una presunta "invasión" de drogas, traficantes de personas y bandas criminales.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Etapa conquistada
Este hombre logró cruzar el río y sube por la orilla en el lado estadounidense, en donde el Río Bravo se convierte en Río Grande. Guardias de Estados Unidos a caballo observan la acción para luego detener a los migrantes, tan pronto como hayan escalado la ladera.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Detenidos en México
También en México los migrantes son arrestados: este joven es detenido en Piedras Negras, luego de un intento fallido de escapar a EE.UU. Aunque la cantidad de inmigrantes ilegales ha disminuido durante los últimos años: en 2000, 1.6 millones de personas fueron arrestadas en la frontera. En 2018, según la Guardia de Fronteras de Estados Unidos, los migrantes arrestados fueron 400,000.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Meros espectadores
Sobre el Río Bravo hay tres puentes y ninguno está destinado a los refugiados. Ellos solo tienen acceso al mirador. Allí pueden pensar sobre cómo cruzar el río o cómo continuar su migración. En la baranda pueden soñar en un futuro en Estados Unidos. Un sueño que para la mayoría no se hace realidad.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Ley y orden en México
Las fuerzas de seguridad mexicanas de Piedras Negras custodian un campamento que acoge a aproximadamente 1.700 migrantes que quieren solicitar asilo en Estados Unidos. La espera es larga: el Departamento de Inmigración de EE. UU. solo tramita unas 20 solicitudes por día.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
Todo en vano
Se frustró el plan: solicitud rechazada. Estos solicitantes de asilo abandonan el paso de El Chaparral, en la frontera Tijuana-San Diego. Si bien el número de entradas fronterizas ilegales ha disminuido masivamente durante los últimos años, el número de solicitudes de asilo oficiales está aumentando: de 56.000 en 2017 a pasado a alrededor de 93.000, un año después.
Imagen: Reuters/S. Stapleton
¿Emergencia? ¿Qué estado de emergencia?
Las personas que hacen fila aquí en El Paso, Texas, aplauden los planes de Trump de construir un muro fronterizo. Un actor del canal de televisión "Daily Show" de Comedy Central sostiene su versión de una “cultura amable” disfrazada de muro.