Vivir entre escombros: Turquía a seis meses del terremoto
4 de agosto de 2023El 6 de febrero de 2023, un sismo devastador sacudió amplias zonas del sudeste de Turquía, así como del norte de Siria. En Turquía murieron cerca de 60.000 personas, y 125.000 resultaron heridas. 13 provincias turcas fueron afectadas por la catástrofe. En la provincia de Hatay, no solo la capital, Antakya, quedó gravemente dañada por el terremoto, y allí la gente todavía está viviendo en tiendas de campaña.
Leyla Seker, de 65 años, es una de las muchas personas que perdieron sus hogares y sus familias en el terremoto. Hoy vive sola en una tienda de campaña. La montó en el área donde solía vivir, junto a unas diez personas más, sobre un prado. Llora aún a su madre y a su hermana, que murieron en el sismo. "Pero no fueron los únicos que murieron. Mi primo partió de este mundo con su familia de 15 miembros", dice a DW. También se derrumbaron edificios históricos de Antakya, como la sede del Parlamento, y una mezquita de 1.500 años de antigüedad. "Esto ya no es Hatay, parece un pueblo fantasma”, lamenta, con lágrimas en los ojos. Su casa tuvo que ser demolida, pero ella aún visita las ruinas para recordar su pasado.
La gente sigue viviendo en malas condiciones en Hatay
Aunque ya pasaron seis meses desde el terremoto, las condiciones de vida de muchos habitantes en Hatay siguen siendo pésimas. Muchos se quejan, sobre todo, de la falta de abastecimiento de agua. "¡Ya basta! Desde hace seis meses no hay ni una gota de agua. Algunos han podido abastecerse de sus propios pozos, pero aquí no tenemos nada. No se puede encontrar nada, aparte de moscas y bacterias”, critica Leyla Seker.
El sistema de abastecimiento de agua aún no ha sido reparado. La gente tiene dos posibilidades de acceder al agua potable: o la compra en el supermercado, o toma el agua que entrega el Estado. Leyla es diabética y por eso no puede comer los productos que reparte la administración de la ciudad, solo algunos que les compran los vecinos cuando van a un supermercado.
Rüstem Coklu, de 48 años, es trabajador metalúrgico y se especializa en tejados metálicos de viviendas prefabricadas. Lluego del sismo se quedó sin empleo. Hace dos meses empezó a trabajar nuevamente. Según él, la entrega de alimentos ayuda, pero se queja de los problemas de higiene, las plagas de insectos, y del calor. Son días difíciles, dice.
Según la asociación médica municipal, actualmente solo el 10 por ciento de la población de Antakya, el corazón de la provincia de Hatay, tiene suministro de agua. La falta de agua del grifo y la falta de higiene también aumentan el riesgo de epidemias. La diarrea y otras enfermedades son comunes ahora allí.
¿Nuevas viviendas para todos?
El sismo ha dañado gravemente la vivienda de Rüstem Coklu. El edificio en el que vivó durante 20 años está siendo demolido. El hijo de Coklu se mudó a Antalya luego del terremoto. Según la Cámara de Planificación de Hatay, en esa provincia colapsaron más de 600.000 viviendas. Algunos de los damnificados se trasladaron a otras ciudades y provincias, o siguen viviendo allí en una tienda de campaña. Antes de la catástrofe, Hatay tenía cerca de 1,6 millones de personas.
El Estado anunció la construcción de nuevos edificios. El ministro turco de Medioambiente, Mehmet Özhaseki, dijo que se planea poner a disposición alrededor de 255.000 nuevas viviendas. Según datos oficiales, actualmente se están construyendo 3.000 edificios, y los primeros apartamentos estarán listos para ser habitados en diciembre. Un 60% de los costos los asume el Estado, y un 40%, los afectados, con créditos a 20 años. Rüstem Coklu no está del todo satisfecho con los planes estatales: sobre todo el crédito a 20 años lo decepcionó. Leyla Seker no está interesada en esa oferta, ya que no puede pagarlo. "No tengo fuerzas ni me queda tiempo de vida suficiente", dice Seker.
Expertos como, por ejemplo, Serkan Koc, de la Cámara de Planificación de Hatay, cuestiona los planes del gobierno turco, y subraya que el Estado debería invertir más en la infraestructura destruida, entre otras cosas, para que los habitantes vuelvan a tener acceso al agua limpia, a la electricidad y a internet. También advierte sobre la acelerada construcción de viviendas sin permiso de construcción, debido a la necesidad urgente de contar con un techo.
Destrucción de los esfuerzos de toda una vida
Poco después del desastre, muchos en la ciudad se quejaron de que la ayuda llegó relativamente tarde. Según especulaban algunos, eso podría deberse a que el Estado no brindaba la ayuda adecuada a esas áreas porque allí gran parte de la población es de la minoría alevita. En ese momento, también se culpó al Estado por las consecuencias de la catástrofe. Se dijo que este no prestó atención a las advertencias anticipadas de la ciencia y no tomó las medidas suficientes. Todavía falta claridad sobre los aproximadamente 15:000 edificios con daños de "nivel medio". No está claro si serán demolidos o no.
Leyla Seker quiere permanecer en su barrio, aunque esté en ruinas. Trabajó 32 años en el extranjero para poder comprarse una vivienda, que fue derrumbada el mes pasado: "No quiero mudarme a otra vecindad. Hice tantos esfuerzos por construirme una vida aquí, y todo lo que tenía era mi casa”.
(cp/ers)