Vuelve la fiebre por la serie alemana "Babylon Berlin"
15 de octubre de 2020
Se estrena la tercera temporada de la serie policíaca ambientada en la República de Weimar.
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Liberación social. Polarización política. Criminalidad. Fiestas hasta el amanecer. Pobreza y miseria. Violencia. Romance bajo una nueva moral en frágil equilibrio. La asfixiante certeza (para el espectador) de que en unos años se impondrán los horrores del nazismo.
Las dos primeras temporadas de "Babylon Berlin", una de las series alemanas contemporáneas de mayor renombre mundial, demostraron la devoción artística y el interés histórico que perviven hoy respectoa los años veinte del siglo pasado. Ahora la tercera temporada, que acaba de empezar a emitirse en la televisión alemana, ha vuelto a prender la chispa de esta fiebre.
La serie histórica y policíaca ambientada en la Alemania de entreguerras y que emite la televisión pública ARD estrena con su tercera temporada una estrategia de distribución que prioriza el consumo digital, en un contexto en el que las plataformas de streaming como Netflix o HBO afianzan cada vez más su influencia en el mercado audiovisual.
Una de las razones del éxito de esta serie en los últimos años ha sido la afluencia de voces que establecían paralelismos entre el contexto político actual de una Europa donde la ultraderecha estaba en ascenso con la turbulenta historia de la República de Weimar.
"Babylon Berlin", que empezó a emitirse en 2017, tiene prevista una cuarta temporada.
eal (ard, tagesspiegel.de, spiegel.de)
El cosmopolitismo berlinés de los años veinte
En los años veinte del siglo pasado, Berlín no sólo era el corazón de la República de Weimar, sino también la capital internacional del arte y el placer. Un nuevo libro celebra esa etapa de la ciudad alemana.
“Cae la noche sobre Berlín en los salvajes años veinte” es el título del libro de gran formato que la editorial alemana Taschen acaba de dedicarle a este período de la gran urbe alemana. Sus páginas exhiben las ilustraciones del aclamado diseñador Robert Nippoldt y los textos de Boris Pofalla.
Tras la devastadora Primera Guerra Mundial, los habitantes de Berlín estaban ávidos de divertirse de nuevo. El ocio y la diversión eran sus prioridades y la mejor hora para entregarse a ellas era la noche, bajo el anonimato propiciado por la penumbra.
Ya en esa época, los eventos deportivos atraían a mucha gente. Estrellas del boxeo como Max Schmeling convertían los estadios en imanes para multitudes. Las carreras de bicicletas en el palacio deportivo de la Potsdamer Strasse eran espectáculos que sólo se perdían aquellos que realmente no tenían ni un centavo en el bolsillo.
En el famoso Wintergarten, las luces bañaban a las estrellas del espectáculo más disímiles. “Está oscuro en el Wintergarten. Lo único que se ve es el resplandor de dos proyectores gigantescos. Y unas tres mil personas escuchan la voz de Claire Waldoff; con un repertorio de 300 canciones, la intérprete ha alcanzado el punto más alto de su fama”, cuenta Boris Pofalla en el libro.
Cuenta la leyenda que Berlín acogía sin prejuicios a personas que en otros lugares eran objeto de desdén y burla, que los gays, las lesbianas y las personas transgénero se sentían atraídas por el anonimato y la tolerancia de la gran ciudad. Se dice también que, debido a la gran demanda, unos 130.000 hombres y mujeres se dedicaban en cuerpo y alma al trabajo sexual.
La República de Weimar también es conocida por las tensiones sociales y políticas que la sacudían. Aquellos con vocación de oradores solían articular discursos para persuadir a la población de apoyar a este o a aquel partido o movimiento político. De alguna manera, sus dones los convertían en artistas seductores, en las calles y en los estadios.
Esas tensiones sociopolíticas dieron pie a sucesos importantes en los años treinta. Aunque ese período trasciende el foco del libro de Nippoldt y Pofalla, ambos le dedican algunas páginas a los hechos que propiciaron el ascenso de los nazis. Ninguna otra imagen podría ilustrar mejor el desastre por venir que el presidente Paul von Hindenburg estrechándole la mano al futuro dictador Adolf Hitler.
Una de las ilustraciones más dramáticas del libro está dedicada al incendio del Reichstag, el fuego que destruyó la sede del Parlamento alemán el 28 de febrero de 1933. La toma del poder por parte de Hitler no sólo fue una calamidad para Europa y el mundo, sino también para la cultura alemana. Numerosos artistas fueron arrestados, asesinados o expulsados del país.