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Walter Benjamin: un mundo mejor

30 de junio de 2010

Berlín es sede de un simposio dedicado a Walter Benjamin. La obra de este intelectual tiene dos interpretaciones, separadas por un océano, y en la capital alemana expertos europeos y latinoamericanos debaten sobre ellas.

Walter Benjamin, septiembre de 1940.Imagen: dpa

Aunque Walter Benjamin (1892-1940) sea conocido a ambos lados del Atlántico como crítico literario, filósofo, ensayista, filólogo, teórico de la modernidad y de la revolución mediática del siglo XX, la lectura que de sus ideas se hace en América Latina se distingue de la que se lleva cabo en Europa.

Entre los latinoamericanos se percibe mayor interés por el transfondo político y la crítica a los medios ejercida por Bejamin, aseguran los organizadores de un simposio que se celebró este martes (29.06.2010) en el Instituto Iberoamericano de Berlín.

A contrapelo del sistema

Manuscrito de Walter Benjamin propiedad de un archivo moscovita.Imagen: Mittelweg 36, Hamburger Institut für Sozialforschung

"Una diferencia muy clara entre la percepción latinoamericana y la europea", dice Miguel Vedda, profesor de literatura alemana en la Universidad de Buenos Aires, "es que en América Latina también se le otorga importancia a la concepción materialista de la historia y de la cultura que se hace en la obra de Benjamin."

Es por eso que, según explica Vedda a Deutsche Welle, su nombre se ha convertido en un "referente ineludible para una serie de movimientos sociales que se apoyan en su crítica del progreso y en su propuesta de reescribir la historia desde el punto de vista de los oprimidos", posibilitando con ello la reflexión sobre otros modos de hacer política y nuevas maneras de concebir la práctica intelectual "que marchen a contrapelo de las formas institucionales ya anquilosadas", añade el profesor.

Figura simbólica

Vedda, que es coautor de varias obras dedicadas al legado de Benjamin, entre ellas Observaciones urbanas: Walter Benjamin y las nuevas ciudades, habla en el evento de la relación del pensador con los movimientos sociales latinoamericanos, pero también lo presenta como un "símbolo intelectual" para toda la región.

Márcio Seligmann-Silva.Imagen: Márcio Seligmann-Silva

"Benjamin contemplaba la historia como un escenario en el que aquello a lo que llamamos progreso acaba manifestándose como un cúmulo de catástrofes. Esta visión dramática, y al mismo tiempo absolutamente crítica, atrae a los intelectuales latinoamericanos, que viven en sociedades marcadas por las desigualdades y los conflictos sociales", analiza en entrevista a Deutsche Welle el pensador brasileño Márcio Seligmann-Silva, también autor de varios libros sobre Benjamin.

En América Latina, continúa Seligmann-Silva, "a Benjamin se le admira intelectualmente, se le adora como a una figura simbólica que encarna la lucha por un mundo no sólo mejor, sino radicalmente distinto."

En opinión del brasileño, resulta innegable que entre los latinoamericanos predomina la "lectura política" de la producción literaria de Benjamin. Es decir, que el acento se coloca en sus posiciones revolucionarias, aunque cabe puntualizar, llegados a este punto, que Benjamin nunca estuvo afiliado a ningún partido y que fue incluso un gran crítico de la política como institución.

Melancólico anarquismo de izquierdas

"En Benjamin, como también en otra figura próxima a él como lo fue Siegfried Kracauer, encontramos una concepción del intelectual muy provocadora, y a la vez tremendamente actual: el intelectual moderno se encuentra 'entre los frentes'; debe mantener, por un lado, siempre vigente el compromiso con los problemas sociales de su época, pero, por el otro, ha de evitar sacrificar su intelecto subordinándolo a los dictados de un partido u organización que actúen sobre él de manera coercitiva", explica el argentino Vedda.

"Ciertamente, la conciencia crítica radical de Benjamin lo empujaba hacia una especie de melancólico anarquismo de izquierdas", resume Seligmann-Silva,"éste es también, en buena parte, el posicionamiento de los intelectuales latinoamericanos descontentos con la 'gran política' y fascinados por el frescor de las ideas de Benjamin".

La misma vida trágica del pensador, añade el teórico brasileño, despierta la empatía de sus colegas latinoamericanos. En la frontera entre Francia y España, Benjamin se suicidó cuando intentaba huir de la persecución nazi.

Reconstruir la memoria a partir de testimonios y de imágenes, otro aporte de Benjamin. ¡Siga leyendo!

Walter Benjamin en el exilio, 1937.Imagen: dhm

La memoria de los vencidos

El documental ¿Quién mató a Walter Benjamin?, una coproducción hispano-germano-holandesa de 2005, dirigida por David Mauas, dio pie en el simposio para toda una serie de debates. Además, se celebró en el evento una mesa redonda dedicada a la influencia del discurso de Bejamin en los planteamientos sobre el espacio urbano, una temática muy recurrente en América Latina, teniendo en cuenta que la región se caracteriza por el importante número de megaciudades.

Pero, junto con el planteamiento político, la organización de las urbes y los medios de comunicación, el encuentro le concedió también tiempo a la memoria, un elemento destacado en la obra del judío Benjamin.

Para él, "la memoria debía ser revalorizada como una vía de relación con el pasado. Su concepción de la memoria es abierta, volcada hacia los vencidos, concediéndole relevancia a los testimonios y a las imágenes y no sólo a lo burocráticamente escrito. Y todo ello, sin apegarse a la seudoimparcialidad", comenta Seligmann-Silva.

Sociedades posdictatoriales

En América Latina, sigue analizando el brasileño, "los discursos de la memoria ocupan un espacio importante en las sociedades posdictatoriales. En ellas, la memoria es reconstruida, se publican testimonios y se articula toda una política y una práctica jurídica en torno al recuerdo del mal. La obra de Benjamin acude a contribuir a la construcción de esta cultura de la memoria, que también es una lucha contra el olvido y la perpetuación de la injusticia".

Esto resulta aún más importante, dice Seligmann-Silva, teniendo en cuenta el siglo de catástrofes que acabamos de dejar atrás. "El genocidio armenio, Auschwitz, Hiroshima, los gulags de Kolyma, las dictaduras sangrientas que marcaron a América Latina, la masacre de tutsis y tantos otros crímenes hacen que sea necesario desarrollar nuevas modalidades de relación con los muertos y con el pasado", indica el brasileño.

Quizás ahí, en el intento de enfrentarse a la historia y tratar de reescribirla sobre la base de sus protagonistas, al margen de las narraciones oficiales, pueda situarse el punto de intersección en el que se cruzan el significado de Walter Benjamin para Alemania y Europa y para América Latina. "La obra de Benjamin", sintetiza Seligmann-Silva, "sigue sirviendo a la confección de nuevos pasajes de la memoria, aún tristemente teñida de sangre".

Autora: Soraia Vilela/ Luna Bolívar

Editor: Pablo Kummetz

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