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Warmi, el hilado de la Puna - Identidad y economía del norte argentino

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24 de octubre de 2021

Nació como una asociación de mujeres y se convirtió en un modelo de economia social. La Hilandería Warmi compra la fibra de forma directa a los productores de llamas y tiene un sistema de microcréditos para sus asociados. La producción abarca desde el hilado hasta la confección de prendas de alta calidad. Lo hacen con maquinaria centenaria, reviviendo un proyecto económico para toda la región.

En los años 90 , Rosario Quispe, una criadora de llamas de la Puna argentina, fundó junto a otras mujeres la Asociación Warmi Sayajsunqo, que en castellano significa Mujeres Perseverantes. Desde la asociación lograron mejoras sustanciales en el sistema de salud, sobre todo para las mujeres. También se organizaron para comercializar artesanías e inaugurar la primera universidad de la Puna. Establecieron un sistema de microcréditos comunitarios similar al del Banco Grameen, que permite a los productores comprar alambrado y otros elementos, así como comenzar pequeños emprendimientos. Uno de los proyectos más importantes de "las Warmis”, como se conoce a las mujeres de la asociación, fue la participación en el retorno de la primera Hilandería y Tejeduría de la Puna a la ciudad de Abra Pampa. La historia se remonta al año 1922, cuando el Estado de la provincia de Jujuy adquirió maquinaria de Europa para comenzar la primera hilandería de la Puna. Cuando llegaron las máquinas al pequeño pueblo de Abra Pampa, comprobaron sin embargo que para hacerlas funcionar era necesario tener energía eléctrica y agua corriente, dos servicios que estaban lejos de existir en la región en ese entonces. Las máquinas quedaron guardadas durante treinta años, volviéndose casi un mito, hasta que en los '50 se formó una empresa público-privada, que se llevó las máquinas hacia la capital de la provincia, San Salvador de Jujuy. Fue así que funcionó hasta el año 2012, cuando la empresa, ya en manos exclusivamente privadas, presentó la quiebra. En la búsqueda para rescatar las máquinas y el antiguo proyecto, las Warmis se asociaron con algunos empresarios que brindaron el financiamiento para poder adquirir la fábrica. De esa sociedad nació la "Hilandería Warmi” y comenzó el proceso de devolver la empresa a la Puna, casi un siglo después. Aunque el crecimiento en el volumen productivo es muy grande, la hilandería por sí sola no tiene la capacidad para procesar la gran cantidad de fibra que generan los animales de la puna jujeña. Muchos productores dejan de esquilar a sus animales porque la fibra se paga muy por debajo de las expectativas y no es redituable. Los que compran generalmente son acopiadores que luego revenden el material a las hilanderías. El modelo que se plantea desde Warmi implica la compra directa al productor, lo que elimina intermediarios y permite mejorar el precio. Hoy, compran su materia prima a más de 600 familias puneñas.

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