Caer es, casi siempre, más fácil que escalar. El caso del presidente del Bundesbank, el banco central alemán, demuestra sin embargo que las caídas pueden ser tanto o más tortuosas que salvar los obstáculos en la carrera por el poder. Este puede ser el caso de Welteke que este viernes comunicó a la presidencia del Bundesbank su deseo de abandonar su cargo al frente del banco central alemán.

La renuncia

El máximo órgano ejecutivo del Bundesbank aceptó la dimisión, y consideró "adecuada esta decisión en vista de la reputación de la institución y de la defensa de sus funciones", como dice el lacónico comunicado emitido por la institución. La presidencia del Bundesbank agradeció a Welteke "su trabajo lleno de confianza y la exitosa dirección de la entidad desde septiembre de 1999".

Welteke informó de su dimisión al jefe del Gobierno alemán, Gerhard Schröder, quien deberá buscar ahora un nuevo candidato. El banquero alemán había sido sustituido en días pasados de forma provisional como presidente del banco emisor germano, así como en su cargo de miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), por Jürgen Stark, vicepresidente del Bundesbank. Caio Koch-Weser, funcionario del Ministerio de Finanzas, se perfila empero como sucesor del brillante pero infortunado banquero.

Los errores

Welteke y su familia habían pernoctado cuatro noches en el lujoso hotel berlinés Adlon con motivo de la celebración de la introducción del euro en enero de 2002 invitados por el banco Dresdner Bank. Por sus funciones como presidente de la institución encargada de la supervisión bancaria en Alemania y como funcionario público, Welteke no podía aceptar invitaciones de un banco privado al que estaba obligado a supervisar. Nuevas acusaciones obligaron empero al banquero a tirar la toalla, de una vez por todas. Según la revista Spiegel, "Welteke se alojó en 2003 en Mónaco con su familia en un yate de lujo con motivo de una de las carrera de Fórmula Uno". La falta: los costos los pagó BMW, una empresa que tiene un banco al que supervisa el Bundesbank.

La persona

Ernst Welteke se caracteriza por tener un carácter jovial, espontáneo y directo frente al semblante serio de su temido antecesor, Hans Tietmeyer, con el que siempre se le ha comparado. Welteke es conocido por su talante alegre, algo campechano, incluso, y por su discurso claro y directo, a diferencia de otros banqueros centrales como el presidente de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, o Tietmeyer.

En su carrera profesional ha sido presidente del banco central del estado federado de Hesse, ministro de Finanzas de esta región y presidente del Bundesbank y miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), cargos que ocupaba hasta ahora. Pese a que su carrera ha terminado, precisamente, debido a un escándalo por haber recibido favores, Welteke era conocido hasta el momento por su escasa ostentación.

Fortalezas y debilidades

Cuando era presidente del banco central del estado federado de Hesse dedicó una parte de sus vacaciones a acompañar un convoy de ayuda humanitaria a Rusia, como señala el diario económico Handelsblatt. Sin embargo, Welteke parecía contar con "menor peso" que sus predecesores en el cargo y se había criticado en ocasiones su "excesiva espontaneidad y tendencia a hablar demasiado". Así, hace dos años, sus declaraciones sobre una posible venta de las reservas de oro del Bundesbank, las segundas mayores del mundo, originaron un desplome del precio del metal precioso.

Los logros

Pero, pese a su aire despreocupado, Welteke tiene un carácter tenaz y es conocido por lograr lo que se propone, y consiguió, por ejemplo, sacar adelante la complicada reforma del Bundesbank, una entidad sobredimensionada cuyas funciones y peso se han reducido considerablemente tras la llegada del euro y la creación del BCE. En el caso de las invitaciones del Dresdner Bank, su obstinación fue, quizás, más lejos de lo que hubiera sido conveniente para su imagen y la de la institución que preside. A veces se gana más con una renuncia a tiempo que con una salida a las malas.

Welteke mantuvo en todo momento que era lógico aceptar que Dresdner Bank corriera con los gastos de su estancia y la de su familia en el lujoso y legendario Hotel Adlon de Berlín, y sólo cuando los rumores de dimisión se hacían cada vez más fuertes lamentó lo ocurrido. Welteke perdió así el apoyo del Gobierno de Schröder a quien le debe buena parte de su carrera. Al final, hasta el mismo ministro de Finanzas, Hans Eichel, aprobaba su salida. Y, como si fuera poco, la fiscalía de Fráncfort del Meno abrió una investigación por tráfico de influencias.