La Stampa, de Turín: “Lo anunciado desde hace días se hizo realidad ayer: la orgía de los documentos secretos comenzó en la noche en todo el mundo. El golpe de la plataforma para la revelación de filtraciones WikiLeaks no sólo significa una tormenta para la diplomacia global (…) sino, sobre todo, una difícil situación para la Casa Blanca y sus diplomáticos y políticos de relaciones exteriores, cuyas secretas reflexiones, estrategias y debilidades han sido presentadas. En lo que se refiere a Italia, los documentos cuentan sobre todo, que no hay tiempo para ocuparse de nuestros vicios, pues el Gobierno de (Silvio) Berlusconi es uno de los pocos europeos que mantiene buenas relaciones tanto con (el primer ministro israelí Benjamín) Netanyahu, como con Egipto, Siria y el Líbano. Berlusconi puede esmorecerse a carcajadas una vez más, aunque los medios de todo el mundo continúen publicando las penosas valoraciones”.

De vuelta a las actas clásicas

Frankfurter Allgemeine Zeitung, de Fráncfort del Meno: “¿Vale la pena todavía clasificar un documento como secreto? En el futuro cada responsable deberá tener claro que hace bien en no confiar informaciones secretas a las autopistas de datos y los megaservidores. En su lugar, habrá que servirse nuevamente del archivo de actas clásicas y la lenta tramitación por medio de emisarios, a cambio de constancias firmadas“.

Westerwelle: una vez más, mal parado

Westdeustche Allgemeine Zeitung, de Essen: “Cada lector de Periódico sabe que Guido Westerwelle tuvo un mal comienzo como Ministro de Exteriores. Lo sorprendente es sólo que los diplomático estadounidenses tuviesen la misma opinión”.

Indiscreción, sin motivos para reír

Frankfurter Rundschau, de Fránkfort del Meno: “El público y la oposición política podrán reir sobre las divergentes valoraciones en torno al personal del Gobierno en Berlín. Pero la revelación de un secreto carece de valor en sí misma. Evidentemente, WikiLeaks rompe también el sello de la discreción en relación con documentos que – por razones comprensibles – deberían permanecer en secreto. Un diplomático tiene que tener la oportunidad de ser poco diplomático en mensajes confidenciales a su Gobierno. Pero él sólo podrá serlo si no tiene que albergar temores de que será citado. En eso la actividad política no se diferencia del resto. Para terceros sería seguramente de gran divertimento si las actas de personal de una empresa aparecieran colgadas en su tablón de anuncios. Sin embargo, ni el personal ni sus jefes tendrían motivos para reír”.

¿Cómo es posible?

Berliner Zeitung, de Berlín: “La múltiple ruptura de la confidencialidad y la confianza siembra desconfianza. Esto estorbará las relaciones humanas y políticas, debilitará la posición de Estados Unidos en las negociaciones internacionales y trastocará el conjunto de la actividad diplomática. El Gobierno norteamericano tiene que preguntarse cómo es posible que a un país que envía astronautas al cosmos y lanza hostiles cohetes al aire, se le vaya de las manos de tal forma su propia comunicación interna. ¿Dónde estaban sus medidas de seguridad? ¿Cómo es posible que un solo funcionario pueda violar las normas y poner en tal aprieto al poder en todo el mundo? Una pregunta incómoda más.”

Editor: Enrique López