Entrevista con Wolfgang Laib
20 de octubre de 2015 Sus obras se llaman “La casa de mármol, piedra de leche o barco de cera” y los materiales son naturales, ya que trabaja con polen, leche y miel, entre otros. A finales de los 70, el curador de la Bienal de Venecia vio su obra en una galería, en la que el artista mostraba su primera exposición. Y en 1982, acudió con el pabellón alemán a la Bienal. Allí se dio a conocer. Además ha participado en dos Documentas, ha expuesto en museos, como el MoMa de Nueva York, y ha sido galardonado reiteradas veces. Y ahora recibe el Praemium Imperiale, dotado con 110.000 euros, concedido por su extraordinaria labor en el campo de la pintura, escultura, arquitectura, música y cine/teatro. Se considera el Premio Nobel de las artes. DW contactó al artista de 65 años de edad.
DW: Muchas felicidades por el Praemium Imperiale, es un gran galardón. ¿Es importante para usted recibir ese premio?
Wolfgang Laib. Cualquier artista se alegraría de recibir este premio, el más importante del mundo. Me parece especialmente bonito, porque se trata del valor del arte y dicho premio muestra además lo que significan el arte y la cultura para la humanidad. Es una gran aspiración, lo que me parece increíblemente hermoso. No se trata tanto de mi persona, sino de la obra que tiene esa ambición.
¿Es para usted importante que se conceda en Japón?
Guardo una relación muy estrecha con Asia, sobre todo, con India y Japón. Realicé una gran exposición en Japón y me gustaba ver cómo reaccionaban los japoneses ante mi obra, sobre todo ante las obras con polen. Es precioso mostrar una obra con polen, en una ciudad enorme, donde viven 20, 30 o 40 millones de personas, que nunca han tenido la oportunidad de ver la naturaleza de verdad. Ya no saben cómo es. Pero es fascinante ver que estas personas la llevan dentro y eso emociona mucho. Siempre he pensado que con mi obra puedo ofrecer mucho a mucha gente. Es maravilloso.
¿Qué lugares le sirven de inspiración?
Tengo un estudio de trabajo en el sur de India, en Tamil Nadu, donde trabajo como mínimo dos meses al año. En mi pueblo alemán vivo bastante aislado. He tenido exposiciones por todo el mundo, pero regreso siempre a mi pueblo y trabajo sobre todo allí.
En los alrededores de su casa recolecta su famoso polen. ¿Durante cuánto tiempo ha recolectado “Pollen from Hazelnut”? (Una alfombra de 6x7 metros de polen de avellana expuesta en el MoMa, 2013)
Esa fue la mayor inspiración que he tenido en mi vida. No podría haberla hecho para ningún otro museo. La hice con el polen recolectado durante 20 años. Los arbustos del avellano solo florecen durante cuatro, cinco o seis semanas en primavera y entonces puedo recolectarlo. Tenía veinte recipientes de cristal de principios de los 90 hasta 2011. Hay años en los que solo puede recolectar medio recipiente, y en otros, dos. Depende siempre del tiempo, pero normalmente es un recipiente por año.
Si pudiera cambiar algo en el mundo actual, ¿qué sería?
No importa lo que yo quiera cambiar. Me he convertido en artista porque considero que el arte y la cultura son lo más relevante en el mundo. Al principio, la gente pensaba que yo era ingenuo. Pero yo creo que el arte y la cultura tienen siempre la aspiración de cambiar la humanidad y mostrar nuevos caminos.
Y esa aspiración, ¿también la tiene usted?
Sí, la tengo con mi arte también. Y la he llevado a cabo de alguna manera, ¿no? Y si miramos la historia, la política y los soldados no han cambiado el mundo, sino la cultura. La cultura siempre ha llevado a la humanidad a otro lugar. Y de eso se trata en el Praemium Imperiale y por eso me parece que este premio es maravilloso.