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Con pompa, pero con rechazo

8 de marzo de 2012

Para la ceremonia oficial de despedida del polémico expresidente alemán Christian Wulff se preparan los acostumbrados honores militares, pero el homenaje se verá opacado por el rechazo masivo de invitaciones.

Honores militares: también para Christian Wulff.
Honores militares: también para Christian Wulff.Imagen: dapd

En Alemania se acostumbra a despedir a los presidentes, cancilleres y ministros de Defensa con una celebración oficial, algo que, por lo general, no despierta polémica. No es ese el caso de la ceremonia de despedida dedicada al expresidente Christian Wulff, que dimitió en febrero de este año por un caso de corrupción. Luego de dos meses de controversias, Wulff renunció, el 17 de febrero, luego de que la Fiscalía de Hannover anunciara que iniciaría investigaciones en su contra por tráfico de influencia en su función como gobernador del Estado de Baja Sajonia.


Un ritual que se originó en el Medioevo

El origen del ritual data de la tardía Edad Media, cuando un oficial golpeaba la espita del barril de cerveza para anunciar que, luego de beber, los soldados debían regresar al cuartel. Wulff regresará a su residencia privada en las cercanías de la ciudad de Hannover, financiada con un controvertido crédito. Pero es de prever que ni el expresidentes ni su esposa puedan vivir tranquilos en los próximos tiempos, ya que la Fiscalía de Hannover investiga aún a Wulff por sospecha de tráfico de influencia durante el ejercicio de su cargo como jefe de Gobierno del Estado de Baja Sajonia.

El expresidente Wulff con soldados alemanes en Afganistán.Imagen: dapd

De seguro, continuará el disgusto popular y el debate porque el expresidentes cobrará una pensión de honor de alrededor de 200.000 euros anuales. Y también persistirá la polémica acerca de si, luego de sólo 20 meses en el cargo, se le debe garantizar un automóvil de servicio con chofer, una secretaria y una oficina particular hasta el fin de sus días. La decisión acerca de esto último la toma la Comisión Presupuestaria del Parlamento alemán, y es de esperar que haya una gran resistencia en vista de los enormes costos que eso representa.


Viaje en barco por el Rin en lugar de honores militares

De hecho, la pomposa despedida oficial de los presidentes alemanes con honores militares es, desde hace décadas, una tradición alemana. El socialdemócrata y pacifista Gustav Heinemann fue el único que, en 1974, prefirió invitar a sus huéspedes a navegar en barco por el río Rin en lugar de escuchar marchas militares.

Impactante ceremonia de despedida para Helmut Kohl, en 1998.Imagen: picture-alliance/dpa

Los honores a Helmut Kohl en 1988, por el contrario, son recordados como especialmente impactantes. El “canciller de la unidad” celebró su paso a los anales de la historia en la plaza del Kaiserdom, la catedral de Espira, ante 15.000 espectadores. Y en 2005, el excanciller Gerhard Schröder se le humedecieron los ojos al escuchar “My way”, la melodía con la que se lo despidió, tocada por la banda del Ejército en su ciudad natal, Hannover.

Hasta para el controvertido exministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg, que renunció por haberse revelado que había plagiado su tesis doctoral, la banda militar tocó, entre otras canciones, “Smoke on the water”, de Deep Purple.

Críticas de la clase política

Pero las críticas a los honores militares a Wulff también provienen de la clase política. El jefe del Partido Socialdemócrata, Sigmar Gabriel, dijo que era algo lamentable que “alguien que fracasó en el desempeño de su cargo sea despedido como si hubiera hecho grandes cosas por Alemania”. Peter Altmaier, un político del Partido Demócratacristiano, lo ve de otro modo. Dijo que, después de todo, con su dimisión, Christian Wulff le había ahorrado a Alemania un largo y tortuoso debate de varios meses, por lo cual es merecedor de respeto.

Autor: Bernd Gräßler/ Cristina Papaleo
Editor. Enrique López

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