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“Ya estoy harto de Hitler”

Britta Schultejans, dpa (DZC)3 de enero de 2016

El historiador alemán Christian Hartmann trabajó tres años en el proyecto “Mi lucha”, que sacará a la venta el 8 de enero una versión de ese libro con comentarios críticos.

Imagen: Institut für Zeitgeschichte

Christian Hartmann trabaja desde hace dos décadas como historiador en el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich (IfZ). Ahora acaba de concluir un gran proyecto: la nueva versión comentada del libro de Adolf Hitler “Mi lucha”, cuyos derechos de autor en manos de Baviera expiraron en 2016.

En entrevista con la agencia dpa, Hartmann habla sobre esta ardua tarea a la que ha dedicado los tres últimos años. El objetivo era que en el momento en el que se pudiera reeditar de nuevo el polémico libro del dictador nazi en Alemania la primera versión que viera la luz fuera una edición crítica con la que refutar las tesis plasmadas por Hitler.

El libro, de unas 2.000 páginas, será presentado el 8 de enero en Múnich y ha levantado una gran expectación dentro y fuera del país. “Se podría escribir también un libro sobre la reacción pública”, comenta el director del grupo de trabajo encargado de la edición crítica del libro impreso originalmente en 1925 y prohibido desde el final de la Segunda Guerra Mundial en el país europeo.

Una edición en francés del libro de Hitler.Imagen: Roby le 14 février 2005.

¿Le ha sorprendido de verdad la atención suscitada?

Hartmann: En esta dimensión sí. Está claro que es un símbolo y que también tiene una relevancia internacional. “Mi lucha” es un vestigio del Tercer Reich, que en realidad desde 1945 estaba entre nosotros pero que la sociedad alemana no se ha atrevido a afrontar. Además, el libro constituye la base de la ideología nacionalsocialista.

Si hubiera sabido la repercusión que tendría, ¿habría aceptado el proyecto?

Sí, por supuesto. Esta es, aunque pueda sonar algo patético, la responsabilidad del historiador. La frase “enfrentamiento crítico con el pasado” se usa infinitamente, pero naturalmente se llega al fondo. Yo comparo nuestro trabajo con el de los encargados de desactivar bombas. Somos también, de alguna manera, desactivadores de bombas, que hacen que los vestigios de la época nazi sean inofensivos.

¿Cuánto trabajo le ha supuesto “Mi lucha”?

Mucho, muchísimo. Es difícil refutar una mezcla tan demencial. Se está acostumbrado a discursos científicos, a argumentar al mismo nivel. Sin embargo, en este caso se debía ahondar en ideas totalmente abstrusas. El problema de base fue que Hitler partía de una imagen del mundo completamente diferente. Tuvimos que probar en el fondo que la Tierra no era plana. Hitler está tan alejado de nosotros en su pensamiento y al mismo tiempo tan convencido de él, que tuvimos que empezar a rebatir desde el principio.

¿Podría explicar algunas de estas refutaciones?

En el tema de los veteranos de guerra, por ejemplo, Hitler se queja en “Mi lucha” de que la República no se ocupa de ellos. Cuando los nacionalsocialistas están en el poder, en el marco de la conocida eutanasia, se asesinaron entre 4.000 o 5.000 veteranos de guerra alemanes que se encontraban de manera permanente en un psiquiátrico. Es muy importante el contexto. Para refutar, por ejemplo, el mito de la puñalada por la espalda (que apuntaba a que la derrota en la Primera Guerra Mundial se debió a ciertos elementos internos) hay que tener en cuenta la Primera Guerra Mundial, por lo que hay que remontarse muy atrás.

¿Cómo clasificaría “Mi lucha” y a Hitler como escritor?

“Mi lucha” es la parte más radical en este espectro de la derecha radical, que en ese tiempo tenía diferentes manifestaciones, y es también el intento de formular la pretensión de liderazgo en este sector. El libro es, sobre todo, una síntesis, un collage de ideas, que circulaban entonces.

En un documental del canal de televisión Arte sobre su proyecto de investigación, la politóloga Barbara Zehnpfennig dice que la gente se burla actualmente de Hitler y “Mi lucha” porque se tiene miedo de encontrar algo que también esté oculto en uno mismo. ¿Le ha pasado alguna vez durante su trabajo?

No se debe infravalorar "Mi lucha". Hitler es –también desde la visión actual– políticamente el más eficaz cuando critica el comportamiento político reinante. En su crítica de la época del káiser alemán se dio cuenta de algunas cosas con gran exactitud. Mete el dedo en la herida.

Nuestra sociedad hoy en día ya no es la misma que en 2012 cuando comenzó con su trabajo del libro. Hoy arden en Alemania centros de refugiados con regularidad. ¿Llega la versión crítica de “Mi lucha” en un momento complicado o exactamente en el idóneo?

En el momento correcto. El libro hace tiempo que está ya ahí, sólo hay que ir a un anticuario o a internet. Los derechos de autor para traducirlo al inglés se vendieron ya en 1933 y está disponible en muchos idiomas. En el diario Jüdische Allgemeine he leído que “Mi lucha” es sacado de la estantería en la Biblioteca Nacional en Berlín dos veces al año. Ahora tenemos finalmente una versión crítica, que tendrá posiblemente repercusión internacional.

En Afganistán es posible hallar versiones del texto del líder nazi.Imagen: picture-alliance/dpa

¿Hay planes de traducir el proyecto por completo?

Estamos realmente sorprendidos por cuántas solicitudes hemos recibido y por los muchos que dicen que quieren traducir el libro con sus 27 capítulos y 1950 páginas y muchas, muchas anotaciones a pie de página. Ahí sólo puedo decir: ¡Buena suerte! Es muchísimo trabajo.

¿Con qué tirada saldrá el libro?

Comenzaremos con 4.000 ejemplares. Una parte la asumirá la Central Federal de Formación Política para distribuirlos por los centros conmemorativos. Costará 59 euros (unos 64 dólares). El precio demuestra dos cosas: No queremos malvenderlo y tampoco convertirlo en una especie de súper ventas, pero también nos gustaría que se leyera.

¿Se ha quitado un peso de encima al no tener que seguir leyendo todos los disparates de Hitler?

Sí, naturalmente. Uno puede pasar su vida leyendo una literatura mejor. Ya estoy harto de Hitler.

Christian Hartmann es un historiador militar y trabaja desde hace más de 20 años en el IfZ en Múnich. Desde 2012 dirigió el proyecto de investigación de “Mi lucha”. Fue asesor en películas históricas como, por ejemplo, “La caída”, “Sophie Scholl. Los últimos días”, así como la serie “Nuestras madres, nuestros padres” (“Hijos del Tercer Reich”, en España).


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