Edla C. no esperaba volver a recibir una pista sobre su hermano. Tenía 10 años más que ella, murió en 1945 y se convirtió en una leyenda para su hermana pequeña. Ahora, a sus 86 años, sostiene en la mano un sello que cree que llevaba su hermano cuando murió. Y, de repente, la única foto que conservaba cobra vida y puede sentir los pocos momentos que compartieron. Esos son los momentos en la vida de Oliver Breithaupt y Kathrin Krabs que hacen que sus esfuerzos valgan la pena. Kathrin Krabs y Oliver Breithaupt son miembros de la Comisión Alemana de Tumbas de Guerra. Los empleados del Volksbund en Alemania siguen recibiendo cada año 35.000 consultas de personas que quieren averiguar el paradero de los familiares desaparecidos. A menudo, todo comienza con un objeto encontrado, pequeño y aparentemente insignificante: una fotografía, una carta, un obituario, una identificación. En ocasiones, todavía hoy se encuentran huesos descubiertos por accidente mientras se trabajaba en una obra de construcción. Los empleados del Volksbund los rescatan con el máximo respeto y cuidado. Oliver Breithaupt y su equipo no saben qué revelarán los resultados. Con frecuencia llegan a pasar años hasta que logran recuperar la identidad del difunto, hasta que se pueda grabar el nombre en una lápida y la familia tenga un lugar donde recordarlo. El equipo de Oliver Breithaupt busca a los muertos de guerra sin importar en qué guerra cayeron, qué rango o nombre tenían, ni de qué fueran culpables. Uniendo las piezas más pequeñas del rompecabezas, intentan ponerles rostro y su destino les sirve de ejemplo para advertir de que nunca debería repetirse la guerra.